Mi vida recordable se resume en 142 páginas. 142 páginas desde aquel momento que se me ocurrió, Dios sabe por qué, el escribir en un documento de Word todas las entradas de mi blog. Se me ocurrió, supongo, porque no me fío del todo de la tecnología, y quién sabe si algún día Blogger muere, o muere Internet, o muere Google (que viene a ser lo mismo que el fin del mundo). Quizá porque quería conservar todo lo que he escrito estos años, aunque para ello debería también guardar todo lo que se me ocurrió decir antes de 142 páginas. Que también es mucho.
Quién sabe si, tal vez, un día decida perder el tiempo transcribiendo todo mi blog. A lo mejor es el momento de hacerlo, bastante probable que me ponga en mis ratos libres desde que termine de publicar esto. Después, no se sabe, se puede dar el caso de que tenga que escribir otra entrada concretando el número de páginas en las que resumo mi vida recordable.
Cuando echamos la vista atrás siempre nos gusta ver cómo hemos cambiado, qué hemos hecho bien y qué hemos hecho mal. Y como todo año que comienza, siempre nos gusta echar la vista atrás. A no ser que tengamos algún tipo de enfermedad mental, sabemos perfectamente qué nos vamos a encontrar y aunque sepamos que va a ser malo regodearnos del año que ha pasado, nos gusta igual. Supongo que no está de todo mal, ya que si en un año no hemos sido capaces nada más que de hacer el tonto, ir de cafrada en cafrada y marear la perdiz, a lo mejor ahora haciendo un resumen tenemos el atino de no repetirlo.
Como cada año nuevo, a mí me toca pasarme por aquí y decir que este año será mejor que el anterior y todas esas cosas. Me hubiera gustado escribir alguna que otra vez sobre temas que están muy a la orden del día, pero sé que en cuanto dé el paso de ponerme a hablar de politiqueos o porquerías, este blog ya no tendrá remedio. Creo que cada uno debería tener una opinión ya de cómo está el mundo (acertada o no) y que yo no voy a conseguir abrirles las puertas del Paraíso. Si lo consigo, tenemos un problema de personalidad. Así que de momento me conformaré con seguir hablando de lo que se me pasa por la cabeza, en mayor o menor medida, en un intento de que los demás se sientan identificados y por lo menos puedan obtener respuestas o solidaridad a esos quebraderos de cabeza que siempre nos atormentan.
Echando la vista atrás, en mi caso, y viendo que se acerca el fin del primer paso para llegar a mi meta, me pregunto cómo pasa el tiempo tan deprisa. Después de la desdicha, de que la carrera sea más un sufrimiento que una alegría, y de creer que más allá de todo esto sólo hay una vía: pegarse un tiro; siento que todo el camino andado ha merecido la pena. Puede que no sea el camino que yo pensaba que era, pero al fin y al cabo voy a llegar al mismo lugar. En este caso, por suerte, he conseguido que no me coja El Lobo.
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