Solemos decir que en la variedad está el gusto, que todos
somos diferentes, que cada persona es un mundo, que la vida no dejará de
sorprendernos. En principio, todo esto puede parecer bastante bueno
porque seamos sinceros, la vida serÃa muy aburrida si conocida una
persona, conocidas todas. Pero lógicamente, como con cada cosa que hay
en la vida, todo tiene su parte buena y su parte mala; y aquà la parte
mala está bastante clara: ¿cuántas interpretaciones se pueden hacer de
una misma palabra, frase, emoción... en función de cuánta gente sea
partÃcipe de ella?
Y es que las palabras se pueden
explicar. A algunos les costará más y a otros menos, las explicaciones
deberán ser muy largas o simplemente usando un sinónimo que se entienda
mejor. Las palabras son infinitas y lo único que marca cuánto va a
tardar alguien en entender las tuyas es el tiempo, el tiempo del que
dispongas o el que quieras disponer para que alguien te entienda. Es una
tarea compleja, pero es una tarea que, al fin y al cabo, puede
realizarse sin mayores preocupaciones. El verdadero problema con las
palabras (y sin palabras también) son las emociones que esconden.
Las
emociones no pueden explicarse. NO. Es difÃcil de asimilar, yo siempre
me he enorgullecido de tener una buena verborrea, de ganar siempre las
peleas con el léxico y de saber explicar hasta los conceptos más
abstractos. Pero las emociones no son abstractas, son emociones y esa
palabra engloba tantos significados contradictorios entre sà que es
ilógico, es el ser y no ser incesante de sentimientos que se pueden
explicar desde dos puntos de vista completamente diferentes, es el que
signifiquen mil cosas y no las mismas mil para cada uno de nosotros.
Lo
peor de las emociones son las consecuencias, lo que nos incitan a
hacer. Llorar. Llorar de tristeza pero también de alegrÃa, llorar por
incomprensión o por incontinencia. Llorar por depresión, llorar por
alivio. Llorar porque tienes tantas cosas en tu interior acumuladas que
la única forma lógica que ves de liberarte es llorar. Y al terminar
seguir llorando porque te sientes tan bien que no entiendes como llorar,
que es algo malo, termina siendo algo bueno.
ReÃr.
ReÃr porque algo te resulta gracioso, porque una persona te hace
sentirte bien. O reÃr por nerviosismo, por meterte donde no te llaman y
no saber cómo salir del paso. ReÃr de pena, para esconder todo lo que no
quieres que nadie sepa (porque, obviamente, multitud de sentimientos te
hacen sentirte de tantas maneras que, como no sabes explicarlo,
prefieres callarlo), es la tÃpica risa de persona que tiene tanta pena
dentro, que reÃr parece que sea lo único que la mantiene a flote. Y reÃr
mientras lloras, esa es mi favorita.
Agobio. Estar agobiado de emoción, las largas noches en vela porque al dÃa siguiente sabes que empiezas tu nuevo trabajo; o porque tienes que ir al médico al no saber lo que te pasa. Agobiado porque tu trabajo te impone tantas restricciones que casi no puedes ni llegar a casa para empezar de nuevo la jornada o, porque estás tan libre de ocupaciones que te pasas las horas clickando ningún punto de la pantalla. Agobiado porque no sabes algo sobre una persona, o porque no quieres que nadie sepa nada de ti.
Envidia. Envidia por no tener lo que los demás tienen, pero alegrÃa de que ellos lo tengan. Estar feliz por los demás a la vez que te maldices porque, joder, ¿quién no querrÃa vivir como viven ellos? Y sentirte mala persona por envidiar, como si fuese un sentimiento negativo, aunque en realidad tu tristeza se debe a que no, no eres ellos y no, tu vida no se merece ser igual. No sé si merecer es la palabra correcta, supongo que es también un sentimiento difÃcil.
No sé si los sentimientos se pueden explicar, supongo que no. Podemos intentar, al menos, transmitirle a los demás cómo nos sentimos y rezar porque, al final de la larga historia, hayan malentendido tan solo un 20%. Es un porcentaje que uno está dispuesto a sacrificar de sus sentimientos con tal que de se le entienda. Aunque a veces simplemente nos contentamos con soltarlo todo y esperar que nadie te juzgue por ello.
Foto: T3rmin8tor
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