En la vida toda persona ansía que, llegado el momento, le sacuda un sentimiento tan profundo y relevante que la desestructure por completo. Las personas queremos movimiento y agitación, que lo que sentimos y vivimos no sea mera mundanidad, que la importancia de nuestros actos nos sobrepase y marquen nuestra descendencia y nuestra presencia en el mundo.
Irremediablemente siempre llegamos a la conclusión de que este tipo de sentimientos no pueden ser otros que aquellos que guarden relación con las emociones más fuertes: pasión, obsesión, sexualidad, desenfreno. Es en estos donde nos refugiamos para vivir “a tope” todas una cada una de las sensación de éxtasis que los sentimientos de esta índole conllevan.
No sé los demás, ya se sabe que uno puede hablar siempre desde su experiencia u opinión pero nunca en voz general ni imponiendo verdades universales de sus pensamientos; pero yo, creo, sólo este tipo de sentimientos nos puede deparar tanta relevancia. Ni la amistad, ni el dolor, amor o demás del estilo pueden sacudirte de una manera tan profunda que sientas tus huesos tambalearse sobre las articulaciones.
La idea de perdición que viene incluida en un sentimiento devastador. Estremecerte tan solo con rememorar, imaginar o meditar al respecto de esa sensación. Puede ser un recuerdo, puede ser una idealización de una situación sólo existente en tu mente, puede ser una circunstancia vivida día tras día. Todas estas variables son válidas para vivir en nuestra piel ese escarceo con lo profundo, ese último hálito de quien cree que se le va la vida por la profundidad de la exaltación. Una sensación, una percepción, “algo” que te hace pensar que la vida no puede seguir existiendo por la sacudida de lo que estamos sintiendo.
Si alguna vez te has encontrado ahí, si piensas en ocasiones que algo te podría conducir a ello, nunca, nunca creas que es algo que debes prohibir. Es un sentimiento egoísta que es imposible de reprimir, puedes vivir toda tu vida sabiendo que ese momento extremo lo dejaste escapar, ese momento de instinto primario que nunca habrás saboreado en su esplendor. No son películas ni cosas idealistas que nunca suceden en la realidad, es un momento tangible que está ahí, esperando a que superes las barreras de la moralidad para dejarte abrazar por él sin pensar en nada más que en tu propia destrucción.
Vive ahí, donde nadie se atreve, siempre al límite del no retorno, siempre creyendo que no habrá nada mejor y que probablemente ello sea lo peor. Que puede traer secuelas de las que nunca te recuperarás y que es tan dañino que la muerte probablemente sería mucho más dulce que todo lo que pudieras vivir en esa espiral de descontrol. Pero vive ahí, sin dudarlo, vive en ese lugar donde no existe nada más que una pasión tan desenfrenada, un sentimiento tan indescriptible que es capaz de destruir a cualquiera mientras esa persona, con una sonrisa, se siente tan maravillado por todo, que no se ha dado cuenta de que ahora vive para ello.
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