La gente está loca. En serio. Hoy creo que es uno de esos días en los que los planetas se alinean y confabulan entre ellos para que todas las cosas que suceden en el mundo, por un instante, sucedan de la misma manera en cualquier lugar. Y podría poner un ejemplo fabuloso ahora mismo, pero para evitar que ciertas personas se ofendan y romper una lanza a mi favor – teniendo en cuenta que siempre me dicen que no tengo tacto – voy a pasar de ejemplos por un momento y simplemente relataré los hechos.
Está claro y es un tema más que sabido que siempre que te pasan cosas, luego descubres que a los demás también les ha sucedido alguna vez. Es ese instante de tu vida en el que te das cuenta de que comparada con el mundo entero tú eres insignificante y que no tienes originalidad ni siquiera en los actos cotidianos, a todos se nos ocurre lo mismo. Y después de asimilarlo sabes que, cualquier cosa que te pase, también le habrá pasado a los demás por lo que puedes hacer así leyes universales sin haber salido siquiera de tu casa. Un chollo, dicho sea de paso.
Pasa que, cuando estás en ese momento de “soy una miserable”, que nadie te quiere y que necesitas amor desesperadamente, como una vagabunda, un despojo de vida que camina única y exclusivamente para agarrarse a la pierna de alguien; nadie te quiere. Es simple y llano. No sé si es que transmites a los demás esa sensación de “fuera bicho” o qué, pero resulta que nadie se te acerca. Cuanto más quieres, menos tienes. Así que mira, no quieras.
¡Error! ¿Sabes que pasa? Que cuando no quieres estar con nadie, y tienes tus momentos zen espirituales de paraíso abandonado, de querer estar en paz contigo misma y de adorarte sin tener espacio en tu mente para adorar a nadie más, la gente se pelea. Literalmente. Vuelan los actos de atención para que te fijes en los demás, parece que todos han decidido posar su mirada en ti a la vez, como si acabaras de nacer, como si fueras nueva en la ciudad. Esto se repite en más casos, véase tener novio o fijarse en alguien.
Este último caso es más patético si cabe, pues es cuando te fijas en alguien que todos, absolutamente todos se “avalanchan” sobre ti y tú, que sólo quieres que se acerque una persona, te das cuenta antes de que haya indicios de que ¡SÍ! Esa persona ni se ha inmutado. ¡No sabe que existes! ¿No es el universo maravilloso? Y claro, como aquí las únicas que saben cuando se alinean los planetas y cuando dejan de hacerlo son las señoras de Disney, ésas de Hércules, pues tenemos que hacer de tripas corazón y, entre moscón y moscón, conseguir que no parezcas un bicho para ver si de esa manera quien tú quieres te hace caso.
Todo termina siempre de la misma manera. Por mucho que te empeñes. Tú terminas más sola que la una, vuelves al modo “fuera bicho” y no se te acerca ni Dios. Luego vuelves a la etapa zen, todos se vuelven locos y te estresas. Vuelta a la primera etapa. Así, y así, y así... Hasta que un día se alinean los planetas y la persona que tu quieres, se fija. Try and try.
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