Hay veces en la vida que te cuesta tomar decisiones. Y el tema de tengo o no tengo que hacer esto están tan trillado que me da vergüenza hablar de él. Pero a mí me gusta hundir el dedo en la llaga, porque siempre he gozado de un tacto considerablemente saludable y tengo que hacer gala de él siempre que me sea posible.
Mi arrogante opinión es que en la vida no nos cuesta tomar decisiones. La decisión la tomamos en décimas de segundo y lo complicado es llevar a cabo esa decisión o mantenerte en la opuesta porque sabes que la tuya es disparatada. Está claro que ante un acontecimiento, tomamos siempre una decisión acelerada.
María Francisca está locamente enamorada de José Ramón, y aunque sabe que no pueden estar juntos, él no le conviene. Es el típico cuento de telenovela y por desgracia mía al que me obligan a agarrarme día tras día. No digo que esté en esta situación, digo que vivo rodeada de estas situaciones. Pues bien, en este nuestro ejemplo amoroso escogido, nos damos cuenta inmediatamente de que María Francisca ya ha tomado una decisión: QUIERE estar con José Ramón. Y recalco QUIERE porque no es que no pueda evitarlo, o que en verdad ella no quiere pero no puede evitarlo, es que ella QUIERE aunque sepa que es una soberana estupidez. Ya sabes, María Francisca no goza de inteligencia precisamente.
Bien. María Francisca ha decidido que QUIERE estar con José Ramón y ahora su problema está en lidiar con esta decisión. Su postura será no hacerle ni puñetero caso a la decisión y colocarse en el lado opuesto, tal y como he dicho, porque sabe que su decisión, aunque suya y decisión, no es apropiada. En el caso de que María Francisca sea un personaje de telenovela no tan típico, acatará su decisión y tendrá que lidiar con cómo estar con José Ramón... Aunque creo que éste no tiene problema ninguno.
Así, de esta manera tan guacamaya, he querido ilustrar que las decisiones son muy fáciles de tomar. Las decisiones siempre traen consigo cambios y si lo piensas bien, todo cambio es bueno y esa metralla que te mete todo el mundo en la cabeza para que no creas que has metido la pata hasta el fondo y te acabas de cargar tu vida entera – cosa que sucede, aunque no quieras darte cuenta –. Pero oye, para eso están las decisiones.
Hace poco he tomado una decisión, y como me la pela un poco que quien quiera se sienta por aludido, no voy a escatimar en nombres. Yo formaba parte de una bonita familia llamada Osu! Nippon, una web donde noticias, realidad y pasión se juntaban para que todos los que formábamos parte de ella pudiéramos compartir con el mundo lo que más nos gustaba. Pero como todo lo bueno, siempre llega a su fin y este era un fin que se veía venir con todas sus consecuencias.
A mí me gustaba disfrutar de la web, porque me lo paso bien escribiendo – por si nadie se había dado cuenta – y porque me encantaba descubrir noticias estrambóticas y estar a la última en información y, además, conseguir que todos pudieran enterarse de todo de mi mano, que siempre le da a uno una gratificación personal inmensa. Sin embargo, cuando para ti no es nada más que pasión y para los demás obsesión, empiezas a darte cuenta de que las cosas fallan.
Y vaya que si fallaron. Porque me empecé a dar cuenta de que las conspiraciones y demás estaban a la orden del día; que entre otras páginas webs se tiraban cuchillos como si jugaran a conquistar el mundo cibernético con noticias, como si los primeros no fueran a ser los últimos y mil locuras más de: “¿estamos locos o qué?” que hicieron temblar mis cimientos en Osu! Nippon. Yo sólo quería compartir mi información y gusto con el mundo, no ser pionera ni la primera referencia nipona del mundo otaku – insisto, ¿estamos locos o qué? –.
Finalmente, cuando descubres, además, que dentro de tu “familia” la gente conspira para hacerse con el poder, cual típico hijo que quiere destacar por encima de sus hermanos, las arcadas hacen que ya no veas las teclas del teclado. Y como yo no entiendo que alguien quiera hacer noticias más que nadie, que se adjudique roles que no le corresponden para “ayudar” y que poco a poco haya ganado ese hueco que tanto quería trepando, sin darse cuenta de que lo tiene porque los demás lo hemos abandonado; pues por eso, yo abandoné Osu! Nippon. Porque parece ser que ya no necesita mi ayuda, y porque lo que a mí me llamó en un principio ya no está.
Espero que esta no sea la decadencia de una página que me trajo tantas cosas buenas, pero poco a poco se está convirtiendo en una Osu! Persona más que en una Osu! Familia. Yo sólo lo digo, porque a nadie le interesa y porque no tiene mucho remedio ya.
Así pues, considero que éste ha sido un cambio bueno en mi vida, como lo fuera en su momento empezar como redactora. Y que los cambios afecten a los demás en mi lugar, y que otras cosas vengan en sustitución y que sean mejores. Yo ahora estoy en mis mejores tiempos, después de una operación exprés y una breve hospitalización que me han servido para darme cuenta de cosas que estaban en mi vida y que nunca había descubierto. Pero eso será otro día.
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