Alguien me ha dicho recientemente: “tú ya eres feliz con un libro y Phelps”. Y lo pienso y curiosamente es verdad. Me podría pasar horas y horas leyendo; de hecho, creo que si yo tuviera una vida que consistiera en levantarme, leer, comer y ver nadar a Michael Phelps tendría la vida perfecta. Sin más y sin menos, claro está que luego si nos ponemos quisquillosos y nos metemos en cómo me mantendría en esa vida y tal y cual pues nos damos cuenta de que a no ser que me toque el Gordo de Navidad o el Euromillón, es poco probable que pudiera mantener esa vida.
Quiero creer que es cosa de la universidad aunque si pienso con intensidad, me doy cuenta de que antes de la universidad tampoco pasaba las tardes explorando la selva ni saliendo a mirar ardillas. Pero sí estoy segura de que el cansancio, el agobio y lo sobreatareada que estoy ha hecho que cuando llegan las vacaciones lo único que quiero hacer es sentarme en un sofá hasta dormirme o ver una película mala, leer hasta ser capaz de leer libro por día y estar frente a un ordenador escribiendo, viendo series o simplemente mirando el fondo de pantalla como una lerda. Si a eso se resumiesen mis vacaciones, aunque no fuera mi vida perfecta, estaría igual de feliz.
Si es cierto que es no quiere decir que sea una remilgona. Soy capaz de hacer cosas más allá de hacer nada durante las vacaciones, no me niego a otro tipo de actividades vacacionales, aunque tampoco es que me anime a estar todo el día haciendo cosas sin parar. Supongo que es porque he adaptado mi concepto de vacaciones a hacer todo aquello que no hago durante el resto del año y eso es, básicamente, descansar. Cierto que no hago muchas cosas más pero yo me preocupo por lo primordial porque sé que luego, cuando empiece de nuevo todo el estrés de las clases, voy a echar de menos no haber estado en mi casa tumbada sin hacer nada. Así que mis vacaciones se resumen a comer, estar echada y rezar porque mi barriga no alcance tamaños desmesurados.
Aunque todo el mundo tiene su límite y yo, después de tres semanas, ya estoy un poco harta de estar todo el día haciendo lo mismo (exceptuando si fuera leer y ver a Phelps) y me gusta hacer otro tipo de cosas. No grandes cambios, sino que a lo mejor la película la veo en lugar de dormirme. Esto último es broma, hago constancia de ello. Pero las vacaciones me duran mes y medio y después de tres semanas, sumándole una de TLP, sólo me quedan dos semanas para cansarme de estar haciendo siempre lo mismo, así que si gasto una en preparar de nuevo las clases y en coger el ritmo abusivo y estresante, sólo me queda una. Y pensándolo con cautela, tampoco voy a ponerme a hacer grandes cosas en tal sólo una semana. Es la semana que utilizo para ver a todas aquellas personas que todavía conservan la ilusión de verme en Tenerife
Vacaciones que se podrían tildar de un poco aburridas pero, ¿quién ha dicho que las vacaciones lleven implícita la sinonimia de aventura, diversión? Si alguien lo sabe, que por favor me lo diga, mientras tanto seguiré mirando el fondo de pantalla como una boba, e intentando resolver cómo voy a llevar una vida feliz ahora que Phelps se ha retirado.
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