Un descanso, que nunca viene mal. Se supone que tendría que estar estudiando para los finales. ¿Y sabéis que sucede? Que todos los días me levanto a las nueve de la mañana, frecuentemente sin siquiera esperar a que suene el despertador, y cuando llegan las 12 me desinflo. Tengo 3 horas máximas de rendimiento y luego me agoto. ¿Por qué? Por lo que estudio. La Física es bastante aburrida si tienes en cuenta que todos los problemas son iguales y aún así hay muchos que no entiendes ni en los enunciados. Pero ahí sigues, en tus tres horas máximas de todos los días.
En ningún momento he estudiado por la tarde. De hecho, es lo que tiene la Navidad, que pretendes estudiar pero no depende de ti, depende de los planes que la familia te tiene reservados. Y así estoy yo, con esas de todas las tardes ocupadas sin hacer nada, porque tampoco es que te las ocupen en algo sustancioso. Y así estoy yo, perdiendo las mañanas más allá de mis tres horas máximas de rendimiento. Vamos, que si el día tiene 24 horas, mi rendimiento es de un 8% y doy pena. Ni una bicicleta.
Y tampoco llevo muchos días estudiando, que se diga, de hecho perdí un día entero entre que sale en avión y rechines. Porque es lo que tiene vivir en el carajo, que tardas una hora en llegar al aeropuerto, que tienes que estar dos horas antes, que tardas una hora en llegar al destino y que tardas dos en esperar a tus padres y otra hora en llegar a tu casa vacacional, que mira por donde, también se encuentra en el carajo. Todo muy extendido, como El Señor de los Anillos.
Pero si algo bueno tiene el viaje es lo mal que lo pasas. ¿Contradictorio? No, porque una ya tiene espíritu de líder, de jefa de proyectos y de toca narices. Y cuando ve cosas que no le cuadran, no duda en decirlo. ¿Qué la azafata de facturación es medio lela? Pues una lo tiene en cuenta y lo expresa claramente. “La puerta es la E83, vayan rápidamente” nos dijo, cuando nos faltaba tres cuartos para embarcar. Bueno, tres cuartos teóricos, en realidad en ese momento eran 25 minutos.
Tan lela no era, teniendo en cuenta que tardamos casi 10 en el control de seguridad. Que si quítese las botas, que si el ordenador fuera. Y una así, con cara de fastidiada, porque tiene los regalos sorpresa en la misma mochila que el portátil y le van a joder la sorpresa. Pues no saco el portátil, y me hacen pasar de nuevo con éste fuera. Y de nuevo, que tengo que pasar de nuevo: “tiene usted un aparato electrónico en la mochila”. Ninguno había, pero yo sorprendida, a lo mejor alguien me ha metido una Tablet o un Smartphone y yo sin darme cuenta. No, era la calculadora. “Señora, es una calculadora”. “Es que en el monitor parece otra cosa”. ¿Qué va a parecer una calculadora? ¿Spider-man? Y yo que pensaba que la calculadora de electrónica tenía poca. Programable puede, pero electrónica.
Y llegas a la puerta de embarque, que de casualidad es la última de todo el aeropuerto. Vamos, que casi no vamos a la T4 desde la T2. Y el señorito de la puerta de embarque no tiene ni idea de cómo son las claves para entrar al usuario, porque es algo normal, cómo te vas a acordar de unas claves que usas todos los días, válgame el cielo. Ahí se ampliaron los 25 minutos a tres cuartos de hora porque por lo visto ni se acordaba él, ni 3 personas más que vinieron.
Para terminar, por si no habíamos tenido bastante, excluyendo a la gente retrasada mental que se pasa veinte minutos haciendo cola en la puerta para entrar al avión cuando saben que los últimos entran los primeros y que si llevas tanto tiempo haciendo cola y yo me siento en la última fila y ella en la quinta, entro yo primero; las azafatas se divierten metiendo gente de extranjis en el avión. Ale, tú eres mi friend y yo te meto en el vuelo, que como es un puente aéreo, aquí nadie hace mucho caso.
¡Ah! Y no nos olvidemos del tonto que no reconoce maletas. Porque estar en la cinta de las maletas y que un chaval revise cada una de las maletas que pasa es raro cuanto menos. No sé, que confundas tu maleta con la de otro pasa, pero que la confundas con todas...ya es de vicio o de tonto del capirote.
Divertido, cuanto menos esto de los aeropuertos. Y yo le decía a mi hermana: “menos mal que me he metido a motores, porque como al final termine en aeropuertos hay despidos semanales”. Y luego preguntan que por qué está tan alto el paro. En crisis estaremos, pero es que con la panda de incompetentes que hay en el mundo, bienaventurados los que se salven de la estupidez, porque para ellos será el trabajo. Yo propongo al INEM una cosa: que hagan una fila de parados prósperos y otra de parados sin remedio. A ver si así aligeramos con esto de la crisis.
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