El autocorrector falla. Son cosas del Word, que listo es un rato pero no lo suficiente. A lo mejor es un versado en el vocabulario vulgar, popular o estándar, quizá incluso en un vocabulario culto, pero no confundamos el culto con el clásico, habréme dado cuenta ya de que palabras como esas el Word ya no las acepta. Es como si de dejara claro que tienes que hablar en castellano, no en castellano antiguo.
Te dicta las reglas. Es como un profesor de primaria, te explica cómo tienes que hablar, con qué letra escribir, con qué vocabulario enfrentar la realidad. Es ese clip sobre una hoja amarillenta que te da sugerencias, pero no sugerencias que tomas si deseas, son ese tipo de sugerencias dichas con elegancia que se tornan obligación. Es un baile en el que te dejas llevar, tú no decides qué estilo de música hay que entonar, ni qué pasos debes dar, ni siquiera el vestido que te vas a poner para la ocasión, porque tienes claro que te dictan las reglas.
Con esto tengo un problema bastante grande. Se dice que cuando alguien tiene problemas que no ha superado, o que cada vez que alguien los menta se le revienta alguna vena de la furia y le sale un sarpullido es que es un trauma. Hace poco una profesora me dijo que si mi letra era la que habÃa puesto al poner mi nombre y apellidos en la lista, ya podÃa mejorar mi caligrafÃa porque me suspenderÃan por ello. Yo no me meto con su letra, ni con su aspecto, ni en los motivos que tiene para meterse tanto con los periodistas (me atreverÃa a decir que tiene un trauma); hágame el favor y dedÃqueme unos momentos. Atrévase a contestarme algo cuando le digo más de media vida escribiendo con esa letra y que ningún profesor ha tenido problemas para corregir mis exámenes.
Pero te dictan las reglas. Te rebelas durante unos instantes y luego asientes con la cabeza, porque sabes que la que lo palmará eres tú. Que si no cambias la letra, por mucho que se entienda, te suspenderán. La letra es importante para mÃ, en este caso por dos motivos. El primero, porque todos los de mi clase me dicen que mi letra se entiende; y no es condescendencia, es ponerse a leer y seguir el hilo de la frase sin problemas. La segunda, porque mi letra es muy personal. Ha pasado por tantas etapas como yo en mi vida, cada ve que sufrÃa una transformación ahà estaba mi letra para acompañarme en el cambio. Ahora mismo es todo lo que soy yo, en todas y cada una de las letras, signos y expresiones y me molesta tener que hacer un examen sin ella. Es como si mi redacción perdiera un punto por ello.
Me he dejado llevar por la emoción, sabÃa que en cuanto mencionara algo de letras iba a saltar. Y es algo extraño, porque he conseguido no hablar de ellas durante un tiempo, pero en definitiva, cuando una espinita tienes clavada...¿Hay una canción sobre eso?
Yo a lo que venÃa a hablar, en realidad, era del vocabulario, y de los dolores de cabeza que le he causado al Word en estos dÃas. No debe de ser fácil tener que ir agregando palabras en cada lÃnea que voy escribiendo, debe de haberse sentido realmente tonto. Porque son palabras que existen pero que él desconoce, palabras técnicas que él no habla, jergas reales. Vete a contarle a alguien la mitad de las palabras que entiende el Word a ver si te siguen el juego, pero ahora ponte en su situación, piensa en la cara que se te quedarÃa al escuchar todas esas palabras que el Word desconoce, ya tienen que ser complicadas. La misma cara se me quedarÃa a mÃ, y eso que yo sà que tengo que conocerlas, hablarlas, entenderlas y saber expresarlas en un papel.
Y todas estas palabras que me tengo que aprender no me hacen más lista o más culta. Bueno, puede que más culta sÃ, pero más lista no, sigo sintiéndome la misma tonta de siempre, esa tonta que apareció hace un año y que antes no estaba. Pero he recuperado algo de antes, he recuperado mi redacción. Y es que, a pesar de que me quiten mi letra, hace casi un año y medio que no escribo exámenes redactados. Que coño, hace más de un año y medio que no escribo exámenes redactados, desde la PAU para ser exactos. Y los echaba de menos, echaba de menos el saber por qué la gente tenÃa entendido que era inteligente, por qué destacaba sobre los demás: por mi redacción.
Siempre fui buena redactando, siempre fui buena leyendo textos que luego tenÃa que plasmar. Y mejor aún, siempre fui buena memorizando sin memorizar. PodÃa estudiarme temas desde la primera hasta la última letra, sin cambiar ninguna, y luego cogerlos y explicarlos con mis propias palabras. Es lo que mejor se me da, escribir con mis propias palabras. Y aunque tenÃa este blog en el que escribo, no me quitaréis razón al decir que no es lo mismo hablar de uno mismo, que todo siempre es más fácil y cercan, que hablar de dislocaciones, fatiga, aceros y transformaciones sólido-lÃquido. Que puede parecer muy interesante, pero como no sepas de qué puñetas te están hablando, lo de la redacción se queda un poco cojo.
Estoy contenta, ¿se nota? Hoy me he estudiado casi todos los temas que tenÃa que estudiarme. Me los sé y te los puedo explicar, si quieres, aunque no creo que tengamos tanto tiempo para eso. Mejor te contentas con que te lo vaya relatando en fascÃculos, con que tengas pequeñas dudas que te pueda resolver, con que me hagas preguntas que te sepa contestar. Asà podré demostrar que no sólo me sé un texto, sino que puedo localizar la idea y transmitÃrtela. Si lo hacemos asÃ, funcionará, ¿no?
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