Hace unos cuantos días tuve un sueño extraño. Para comenzar, sé que últimamente soy muy ambigua con esto de las fechas: últimamente, hace unos cuantos días, el otro día...pero es que tengo muchísimas entradas atrasadas que voy programando como puedo para colgarlas por aquí. A este paso, como siga despistándome, las de Abril y Mayo se me van a Junio, y ahí sí que puedo asegurar que no tendré tiempo ni para encender el ordenador (no tengo tiempo ni para twittear).
Pues eso, que hace unos cuantos días tuve un sueño curioso. Soñé que llegábamos a un pueblo y yo entraba a una tienda con alguien que era mi amigo, pero que es totalmente desconocido para mí en la vida real. Mi amigo se compró un pastel y a mí me gustaban tanto todos que el dueño decidió ponerme una bandeja con dos de cada uno para que los probara todos.
De pronto, aparecen mi madre, mi tía y mi hermana como si tal cosa. Yo estaba ya en la caja para pagar los pasteles, pero antes preferí preguntarle a mi madre sí quería algo. Ella cogió una botella de agua y fue a pagarla, junto con mis pasteles (incluso en sueños tengo un morro que me lo piso). Mi hermana entró toda feliz a la tienda diciendo lo siguiente: “¿para qué quieres los pasteles si la tía ha comprado unos postres súper ricos?”.
Eran yogures.
Yogures naturales sin azúcar ni sabores.
Yogures...
¿Alguien me lo explica? ¿Qué maldito sueño es ese? ¿Yogures? Pero yo lo vi claro nada más me desperté. Cada vez que paso por donde vivo hay una pastelería con unas cosas riquísimas donde lo único que hago es comprar pan. Pan. Pan...Y de postre siempre como yogures. Yogures Lunes, Martes, Miércoles y un largo etcétera con el resto de días de la semana. Ahora todo el mundo lo entiende, ¿no? Mi subconsciente también ama los pasteles y está un poco hartito de los yogures, que parecen los perfectos candidatos para sustituir cualquier tipo de postre exceptuando las manzanas que, si lo pienso, tendrían el mismo significado en el sueño si sustituyesen a los yogures. Supongo que tendré que hacerle caso a mi subconsciente, y comprar una bandeja gigante de pasteles, dos de cada tipo de toda la tienda. El subconsciente sabe lo que hace.
Ya llevo dos días soñando con que me secuestraban, a raíz de haberme leído el libro “Nadie te encontrará”...
Mejor no le hago tanto caso a mi subconsciente.
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