x.Momento: asustada por mi iPhone
x.Estado: triste
x.Anime del día: Hellsing
x.Libro: Cazadores de Sombras, el Origen: Ángel Mecánico
x.Serie: Mentes Criminales
El desconcierto da paso a la tristeza, el no saber como reaccionar ante los acontecimientos. Ni un sólo momento he pasado sin pensar en cómo deben sentirse las personas afectadas por la catástrofe de Japón. Cómo deben sentirse todas esas personas que han sufrido un terremoto, un tsunami, y sucesivas réplicas que no cesan, van más de 20 y siguen, siguen importunando y evitando que el país deje atrás el miedo. Sólo de pensar lo afligida que estoy yo, se me parte la cabeza a imaginarme cómo deben estar allí, o aquí, o en cualquier lugar víctimas, allegados y familiares de las mismas.
Hoy iba a escribir varias cosas, pero supongo que voy a contentarme con dejar esta carta publicada en Rascacielos y Tortilla, de un familiar del autor del Blog. Ellos son los únicos que tienen permiso (por lo menos para mí) de hablar hoy.
Carta desde Sendai
"Se llama Geología.
Recientemente hemos asistido a una serie de terribles catástrofes naturales: Haití, Chile, Nueva Zelanda, Australia, China, los nuevos chamanes de la izquierda clamaron que era una clara respuesta de la Tierra a nuestro maltrato. También obra de extraterrestres o sofisticadas operaciones militares. Pero no. No hay dioses nº demonios que expliquen esos desastres. Asisto en persona a uno de ellos, aquí en el centro de Sendai, Japón. Esto se llama Geología.
Estoy en un refugio improvisado en una escuela en el barrio de Omahi, en puro centro de la ciudad. Hace algo mas de cuatro horas estaba en mi despacho de Profesor Invitado en la Universidad de Tohoku. Todo estaba en orden después del susto de hace un par de días en que la tierra tembló, nos levanto de la silla, pero nº nos saco a la calle. "Es fuerte pero esta lejos. No es el que esperamos" dijo mi colega el Profesor Katsuo Tsukamoto mientras la Faculta se movía como un tiovivo.
Hoy si. Hoy el centro del seísmo estaba a diez kilómetros de profundidad y casi en la vertical de la ciudad. Según pronto supimos 7,9 de intensidad. Y se noto. Me dio tiempo a pensar que debía desenchufar la tetera, los ordenadores, la lámpara. Poco más. Me uno a los que ya corrían hacia la escalera de seguridad. Pillé un casco de los que vi en el camino y bajé a trompicones. Cuando llegué abajo la tierra seguía temblando . Me fui hacia un claro con muro a media altura al que me agarre. Traté de alejarme del muro para sentirlo mejor, para sentirlo más. Pero no me supe mantener en pie, tuve miedo y volví al muro. Y la tierra seguía temblando. Miré al edificio que acababa de abandonar y que con su estructura antisísmica mantenía el tipo ante semejante ataque, pues la tierra seguía temblando. Más de dos largos minutos, lo que tardaría en leer este párrafo. Ya con las piernas temblando me uní a un grupo que empezaba a formarse en el jardín anexo. No hubo gritos. No hubo histeria, tanto que comente si estaban acostumbrados pero un colega comento inmediatamente que había sido el mayor de su vida. Todo se organizo inmediatamente. Alguien tomo el mando con un altavoz empezó a dar ordenes que yo no entendía. Mi anfitrión estaba de viaje en Tokyo, pero mis estudiantes que sabían inglés me tuvieron informado.
Después de que un piquete comprobara los destrozos, pudimos subir de seis en seis comenzando desde el piso superior a recoger nuestros abrigos pues empezó una fuerte nevada. Comenzó a llegar información sobre el seísmo. Todo el mundo tenía en mente Kobe y estaban preocupados por sus familias y sus casas, pero increíblemente la ciudad no parecía estar dañada, solo algunos incendios. El frío arreciaba y alguien ordeno cobijarnos a la entrada de un refugio que parecía menos dañado. Allí, mis alumnos empezaron a sacar cajas de víveres, agua, galletas y una lata de sardinas que guardo ahora por si hace falta mañana. "¿De donde habéis sacado eso?" - "llevábamos diez anos esperándolo, Profesor; está todo previsto". Todo organizado y además por gente que estaba entrenada para auto organizarse. Entendí entonces que esta ciudad se había preparado para combatir a este monstruo que esperaban pacientemente. Y lo había hecho con las mejores armas que tenemos: con Ciencia y Tecnología.
No podíamos quedarnos en la universidad. Bajamos desde la Colina andando porque el trafico estaba colapsado. Una pareja de estudiantes se ofrecieron a acompañarme para comprobar los destrozos en mi casa y llevarle a un refugio. Cuando me entere que no quedaba en el camino de la suya proteste pero me dijeron que habían pasado un año en Bélgica, sabían lo que es no entender el idioma local y no me podían dejar solos. Seguimos caminando bajo la nieve y cuando al cruzar el puente sobre el rio, atisbamos la ciudad, no pude contener la alegría de ver a la ciudad en pie, sus casas enteras, sus rascacielos enhiestos, con algún rasguño, pero victoriosa. En la cara de los estudiantes note el orgullo de la victoria. Habían ganado. El camino a mi casa fue una continua lección de comportamiento y al despedirse me dijeron "ya sabe profesor: esta noche lo importante es pensar que estamos vivos y que tenemos la obligación de seguir vivos.
Aquí, en el refugio no tengo noticias de la gravedad de los daños, aunque me imagino que el tsunami posterior ha debido ser tremendo. La tierra sigue -cinco horas después- enviando violentas replicas que nos mantiene en vilo pero con la esperanza de salir de esta. Aunque a veces huela a azufre, no son diablos ni dioses quienes las envían, ni son ejercicios con bombas nucleares ni es la tierra enfurecida con la humanidad. Esto se llama geología, es ciencia y es tecnología, y lo sabe un pueblo que quizás acaba de ganar una batalla histórica."
P.C: hoy hacen 7 años del atentado en España en la estación de Renfe de Atocha. Momentos para recordar...
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