{Un año y once meses *Modoru midori ni...*}
He vuelto. No como un fantasma que se pasea de vez en cuando por los recuerdos de gente perdida, gente anecdótica, moraléjica *que viene siendo, en un idioma hipotético, adjetivo de moraleja*, sesgada...Vuelvo como vuelve el verde, como retomamos los inicios, como tropieza el hombre con la primera piedra con la que tropezó en su vida. He vuelto como quien piensa que nunca lo haría. O quizá sí.
A lo mejor se trata de eso, de volver de forma inconsciente, premeditada en un sueño profético, premónico. Las personas nos repetimos que nunca volveremos a comportarnos como lo hicimos, que nunca realizaremos las acciones que cometimos, los errores, pensamientos, comentarios, devenires. Al final, simplemente, algunas cosas quedan tan lejos de la realidad, tan en el olvido *como cuando recuerdas un hecho al que no le puedes determinar la edad*, que las repites de forma inconsciente porque no recuerdas haberlas hecho nunca, porque son como algo nuevo, un error que cometerás porque lo hiciste una vez y no suspiste conservarlo en tu memoria.
Vuelvo al verde con la esperanza de que sea mi único movimiento de retroceso. 2009 fue una buena época. Abrí mi blog con la esperanza de vaciar mi cabeza *dichose de otra forma, a lo Dumbledore y su pensadero* de pensamientos que la obstruían, amenazaban, oscultaban. Tras la época buena vinieron todas las malas, y con certeza afirmo que las peores están por llegar. Porque tendemos a la imitación extrema, que no es otra cosa que imitar hasta la propia Tierra, con sus periodos glaciares y desérticos. Así voy yo, estoy en el pico de mi gráfico de desgracias, en una parábola continua de desastres de Lemony Snicket.
En esta época mala, ahorrándome el tópico y el buenaventurado aquel que recuerda lo bueno y deja pasar lo malo, me ahorro también el escribir sobre la Navidad. Como de extremismos se trata, he dejado a un lado la tentación y he dejado pasar Enero sin escribir lo más mínimo, con la clara intención de olvidar por completo que Enero fue un mes del año. Curioso puede resultar, ya que ha sido un mes muy interesante, un buen comienzo de año, un mes que he disfrutado sin cesar y que recordaré por su perfección. Pero este Blog versa sobre algo más que mi vida, versa sobre mis intenciones, aspiraciones y pensamientos...y mis intenciones no son hablar de la Navidad. Eso ya lo hemos hecho y con una vez basta. Aviso a enamorados por San Valentín, puede que el amor salga de mi boca mucho antes de aguantar las tartas de color rosa.
Pero, al fin y al cabo, estamos en 2011, y 11 meses son precisamente lo que le viene bien a este año. Recortemos el presupuesto, ahorrémonos los gastos de un mes y centrémonos en los siguientes. Quien sabe, si le vamos quitando meses al año, puede que los años no sean tan malos, ni tampoco tan buenos. En la mediocridad está la virtud, dijo Aristóteles. ¿O era en el punto medio? Me vale lo mismo, así lo interpreto. El punto medio es el ahogo de la persona, quien no arriesga, no gana, ni pierde, ni vive si concluimos. Para seguir citando, no de manera implícita, Dante Alighieri reservó uno de sus círculos del Infierno a los mediocres, a los que no se postraban ante una postura, a los que se quedaban impasibles, a la espera de que la vida les pasara.
Hoy he tenido mi primera clase de Economía. Puede que haya tenido mi primera clase de otras asignaturas que, de momento, por exceso de asco o por desidia, voy a olvidar deliveradamente. Nadie nunca afirmaría que la Economía te hace pensar en otra cosa que en números, cuentas, fórmulas, y esa sección del periódico que, junto con el Editorial y alguna mes, te abstienes de leer. Puede que sea el profesor, o puede que yo misma, pero mis reflexiones se tornaron poco numéricas mientras el profesor nos hablaba de Macroeconomía. Interesante ver que hay gente en el mundo que merece mucho la pena, pero que no ostenta nada. Porque puede que la vida funcione así, y que nos tengamos que dar cuenta de que el poder es nocivo para las personas. Todo aquel que tiene las cualidades de un digno magnatario no lo será jamás, porque no quiera o porque, en el momento que se le ocurra, el poder hará que se vaya olvidando de todo lo que le hacía especial. Y esas cualidades son del tipo de las que si las olvidas, nunca te vuelves a tropezar con ellas.
Y es Febrero y podemos pensar que el tiempo pasa muy deprisa, que Carnavales, Semana Santa y ya estamos en verano. Pero nosotros vamos a la misma velocidad que el tiempo, y puede que la celeridad nos obligue a pasar por alto muchas cosas. Puede que nos centremos en las tonterías, que esas sí que son velocísimas, y nos descentremos. Puede que, con lo rápido que pasa todo y con el olvido, repitamos incluso hasta lo que hicimos con desatino el mes pasado. Sin embargo, en realidad, lo único que nos tiene que importar es que estamos donde queremos estar, que somos desconocidos para la sociedad, y que el hecho de que veinte personas nos conozcan no nos hace importantes. Tenemos que olvidar, con seguridad, que los demás pueden opinar sobre ti, que tú mismo eres quien se juzga y quien entorpece tu camino. Simplemente hay que hacer, ir rápido, ser audaces, consecuentes y astutos. Reflexionar es bueno, pensar también, y el hacer que los demás piensen no es sino intentar ayudar a la humanidad. Soy de las que opinan que tres personas no pueden cambiar el mundo, pero supongo que lo importante no es que el mundo cambie, sino que uno se sienta bien porque su meta es intentarlo.
A lo mejor se trata de eso, de volver de forma inconsciente, premeditada en un sueño profético, premónico. Las personas nos repetimos que nunca volveremos a comportarnos como lo hicimos, que nunca realizaremos las acciones que cometimos, los errores, pensamientos, comentarios, devenires. Al final, simplemente, algunas cosas quedan tan lejos de la realidad, tan en el olvido *como cuando recuerdas un hecho al que no le puedes determinar la edad*, que las repites de forma inconsciente porque no recuerdas haberlas hecho nunca, porque son como algo nuevo, un error que cometerás porque lo hiciste una vez y no suspiste conservarlo en tu memoria.
Vuelvo al verde con la esperanza de que sea mi único movimiento de retroceso. 2009 fue una buena época. Abrí mi blog con la esperanza de vaciar mi cabeza *dichose de otra forma, a lo Dumbledore y su pensadero* de pensamientos que la obstruían, amenazaban, oscultaban. Tras la época buena vinieron todas las malas, y con certeza afirmo que las peores están por llegar. Porque tendemos a la imitación extrema, que no es otra cosa que imitar hasta la propia Tierra, con sus periodos glaciares y desérticos. Así voy yo, estoy en el pico de mi gráfico de desgracias, en una parábola continua de desastres de Lemony Snicket.
En esta época mala, ahorrándome el tópico y el buenaventurado aquel que recuerda lo bueno y deja pasar lo malo, me ahorro también el escribir sobre la Navidad. Como de extremismos se trata, he dejado a un lado la tentación y he dejado pasar Enero sin escribir lo más mínimo, con la clara intención de olvidar por completo que Enero fue un mes del año. Curioso puede resultar, ya que ha sido un mes muy interesante, un buen comienzo de año, un mes que he disfrutado sin cesar y que recordaré por su perfección. Pero este Blog versa sobre algo más que mi vida, versa sobre mis intenciones, aspiraciones y pensamientos...y mis intenciones no son hablar de la Navidad. Eso ya lo hemos hecho y con una vez basta. Aviso a enamorados por San Valentín, puede que el amor salga de mi boca mucho antes de aguantar las tartas de color rosa.
Pero, al fin y al cabo, estamos en 2011, y 11 meses son precisamente lo que le viene bien a este año. Recortemos el presupuesto, ahorrémonos los gastos de un mes y centrémonos en los siguientes. Quien sabe, si le vamos quitando meses al año, puede que los años no sean tan malos, ni tampoco tan buenos. En la mediocridad está la virtud, dijo Aristóteles. ¿O era en el punto medio? Me vale lo mismo, así lo interpreto. El punto medio es el ahogo de la persona, quien no arriesga, no gana, ni pierde, ni vive si concluimos. Para seguir citando, no de manera implícita, Dante Alighieri reservó uno de sus círculos del Infierno a los mediocres, a los que no se postraban ante una postura, a los que se quedaban impasibles, a la espera de que la vida les pasara.
Hoy he tenido mi primera clase de Economía. Puede que haya tenido mi primera clase de otras asignaturas que, de momento, por exceso de asco o por desidia, voy a olvidar deliveradamente. Nadie nunca afirmaría que la Economía te hace pensar en otra cosa que en números, cuentas, fórmulas, y esa sección del periódico que, junto con el Editorial y alguna mes, te abstienes de leer. Puede que sea el profesor, o puede que yo misma, pero mis reflexiones se tornaron poco numéricas mientras el profesor nos hablaba de Macroeconomía. Interesante ver que hay gente en el mundo que merece mucho la pena, pero que no ostenta nada. Porque puede que la vida funcione así, y que nos tengamos que dar cuenta de que el poder es nocivo para las personas. Todo aquel que tiene las cualidades de un digno magnatario no lo será jamás, porque no quiera o porque, en el momento que se le ocurra, el poder hará que se vaya olvidando de todo lo que le hacía especial. Y esas cualidades son del tipo de las que si las olvidas, nunca te vuelves a tropezar con ellas.
Y es Febrero y podemos pensar que el tiempo pasa muy deprisa, que Carnavales, Semana Santa y ya estamos en verano. Pero nosotros vamos a la misma velocidad que el tiempo, y puede que la celeridad nos obligue a pasar por alto muchas cosas. Puede que nos centremos en las tonterías, que esas sí que son velocísimas, y nos descentremos. Puede que, con lo rápido que pasa todo y con el olvido, repitamos incluso hasta lo que hicimos con desatino el mes pasado. Sin embargo, en realidad, lo único que nos tiene que importar es que estamos donde queremos estar, que somos desconocidos para la sociedad, y que el hecho de que veinte personas nos conozcan no nos hace importantes. Tenemos que olvidar, con seguridad, que los demás pueden opinar sobre ti, que tú mismo eres quien se juzga y quien entorpece tu camino. Simplemente hay que hacer, ir rápido, ser audaces, consecuentes y astutos. Reflexionar es bueno, pensar también, y el hacer que los demás piensen no es sino intentar ayudar a la humanidad. Soy de las que opinan que tres personas no pueden cambiar el mundo, pero supongo que lo importante no es que el mundo cambie, sino que uno se sienta bien porque su meta es intentarlo.
0 huellitas