{¡Protesto! *loca*}
Hoy es un buen día. Esos de resignación, consternación, cientos de verbos puestos en acción y demases. Buen día porque no me siento mal por las cosas que dejo de hacer, sino que lo asimilo como un hecho que sale de mí, que me es necesario y que tiene solución en un futuro a largo plazo. Hay cosas que debo solucionar, sin duda, pero todo tiene su tiempo y, al fin y al cabo, supongo que las vacaciones no se idearon únicamente para estudiar, sino para ver delante de nosotros un frente de reflexión que nos ayude a superar los obstáculos futuros. Me he empeñado en darme cuenta de que decepciono a mucha gente cuando en realidad la única verdad era que m estaba decepcionando a mí misma. Pero las cosas cambian, yo tengo que cambiar junto con las cosas, y el primer paso para ello, como siempre he dicho, es asimilar lo que venga como algo nuevo y necesario, no siempre extraño y nocivo.
Este fin de semana me ha dado por las series, de cada una nace la variedad. He visto series de asesinos en serie (que, curiosamente, están en una serie y lo son), de abogados y de fugitivos. Ahora que lo miro, mucha variedad no hay, no salgo de lo que viene siendo la delincuencia y la lucha contra ella. me vino a la cabeza que siempre me gustó al abogacía, no porque quiera ejercerla sino por la astucia de cada quién de tener la verborrea necesaria para engañar al jurado, al juez e incluso a uno mismo. Siempre me ha gustado ese tipo de conversación, o ese tipo de aptitud. Mi palabra me ha servido para hacer más mal que bien, de hecho a la hora del bien se me da bastante mal expresarme. La palabra es fructífera para conseguir unos propósitos, cuando va más allá de los propósitos o de conversaciones vacías, la que se vacía soy yo. Me pierdo en las palabras ajenas y me dedico a pensar en qué narices puedo hacer para colaborar. Pero cada quien con sus aptitudes, y las pocas que tengamos es bueno que las explotemos, no que busquemos otras eternamente. A mí las palabras con intención, como los abogados, y a los demás las expresiones y las emociones. Supongo que eso se lo quedó todo mi hermana, que es una experta en esos campos. Las historias más bonitas y enternecedoras nacen de sus palabras, las mías son más...¿analíticas? Curiosa manera de llamarlas, se podría decir.
Hoy canto de nuevo. Pero canto como acto-reflejo, no porque esté contenta, ni me haya reencontrado conmigo misma. Simplemente canto. Es como saber que esas cosas son las que hago y las automatizo, "dejo de pensar", algo que ha mucha gente alegrará. Canto mientras escribo y decido cómo estructurarme la Navidad. Pienso que la buena calificación en estos futuros años de mi vida no me es negado, y que si me lo propongo y soy inteligente y no fanática, conseguiré ser de una buena promoción. Abandonar algunas cosas no significa darlas por perdidas, no luchar. Significa idear una estrategia que te permita conseguir lo mismo pero con mejor resultado. Eso lo aprendí de una amiga, Brenda, la cual está repitiendo curso porque decidió que para aprender y hacer lo que ella quería, era mucho más estratégico y beneficioso quedarse un año más en el instituto a que hacerlo todo mal y deprisa y no conseguir más que ir al día. Pero tenemos toda nuestra vida, y hay que ser avispados, no apresurados.
Estos días he pensado en abandonar una asignatura. Supondría el tener más tiempo que dedicar a otras que tengo aprobadas, pero de mala manera. Mi reflexión ha sido lógica y certera. Tengo un par de asignaturas aprobadas con 5, pero si dedico tiempo a ellas las puedo aprobar con mejor nota. Para ello necesito olvidarme de alguna asignatura, la que más me quite tiempo. Y, obviamente, yo prefiero dos 8 y una asignatura pendiente a que tres 5. Porque la asignatura pendiente es eso, pendiente, no se va a olvidar, ni va a desaparecer, ni será irrecuperable.
Son las cosas de bajarse de la parra, que puedes trabajar con variables nocivas, que contemplan un buen y mal resultado, no simplemente pensar en todo lo bonito y lo que da resultados utópicos. He empezado con mal pie, como todo el mundo, pero ahora toca hacer las cosas bien, ahora toca ser consciente de lo que ha pasado, recopilar las pruebas del fracaso, y luchar porque mi condena se reduzca a un acuerdo entre defensa y acusación, o a la plena libertad.
Este fin de semana me ha dado por las series, de cada una nace la variedad. He visto series de asesinos en serie (que, curiosamente, están en una serie y lo son), de abogados y de fugitivos. Ahora que lo miro, mucha variedad no hay, no salgo de lo que viene siendo la delincuencia y la lucha contra ella. me vino a la cabeza que siempre me gustó al abogacía, no porque quiera ejercerla sino por la astucia de cada quién de tener la verborrea necesaria para engañar al jurado, al juez e incluso a uno mismo. Siempre me ha gustado ese tipo de conversación, o ese tipo de aptitud. Mi palabra me ha servido para hacer más mal que bien, de hecho a la hora del bien se me da bastante mal expresarme. La palabra es fructífera para conseguir unos propósitos, cuando va más allá de los propósitos o de conversaciones vacías, la que se vacía soy yo. Me pierdo en las palabras ajenas y me dedico a pensar en qué narices puedo hacer para colaborar. Pero cada quien con sus aptitudes, y las pocas que tengamos es bueno que las explotemos, no que busquemos otras eternamente. A mí las palabras con intención, como los abogados, y a los demás las expresiones y las emociones. Supongo que eso se lo quedó todo mi hermana, que es una experta en esos campos. Las historias más bonitas y enternecedoras nacen de sus palabras, las mías son más...¿analíticas? Curiosa manera de llamarlas, se podría decir.
Hoy canto de nuevo. Pero canto como acto-reflejo, no porque esté contenta, ni me haya reencontrado conmigo misma. Simplemente canto. Es como saber que esas cosas son las que hago y las automatizo, "dejo de pensar", algo que ha mucha gente alegrará. Canto mientras escribo y decido cómo estructurarme la Navidad. Pienso que la buena calificación en estos futuros años de mi vida no me es negado, y que si me lo propongo y soy inteligente y no fanática, conseguiré ser de una buena promoción. Abandonar algunas cosas no significa darlas por perdidas, no luchar. Significa idear una estrategia que te permita conseguir lo mismo pero con mejor resultado. Eso lo aprendí de una amiga, Brenda, la cual está repitiendo curso porque decidió que para aprender y hacer lo que ella quería, era mucho más estratégico y beneficioso quedarse un año más en el instituto a que hacerlo todo mal y deprisa y no conseguir más que ir al día. Pero tenemos toda nuestra vida, y hay que ser avispados, no apresurados.
Estos días he pensado en abandonar una asignatura. Supondría el tener más tiempo que dedicar a otras que tengo aprobadas, pero de mala manera. Mi reflexión ha sido lógica y certera. Tengo un par de asignaturas aprobadas con 5, pero si dedico tiempo a ellas las puedo aprobar con mejor nota. Para ello necesito olvidarme de alguna asignatura, la que más me quite tiempo. Y, obviamente, yo prefiero dos 8 y una asignatura pendiente a que tres 5. Porque la asignatura pendiente es eso, pendiente, no se va a olvidar, ni va a desaparecer, ni será irrecuperable.
Son las cosas de bajarse de la parra, que puedes trabajar con variables nocivas, que contemplan un buen y mal resultado, no simplemente pensar en todo lo bonito y lo que da resultados utópicos. He empezado con mal pie, como todo el mundo, pero ahora toca hacer las cosas bien, ahora toca ser consciente de lo que ha pasado, recopilar las pruebas del fracaso, y luchar porque mi condena se reduzca a un acuerdo entre defensa y acusación, o a la plena libertad.
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