{El sueño que nos acontece}
Paso a paso, no está quieto. Parlotea, sigue andando. Remolón se acerca a su destino, llega sin moverse por el aire, sin ser testigo de la devastación que deja atrás.
Las pesadillas se acercan tenebrosas, entre los rincones que él va dejando, a veces se unen a su causa, y juntos causan estragos.
Un inocente que cae en su influjo, quiere despertar del fatuo fuego que desola su ser. Teme seguir durmiendo, por si acaso no deja de ver.
Pero los sueños son eso, traviesos duendecillos que no dudan en acercarse en silencio, intentando que tu sueño sea placentero, abriendo tu mente al subconsciente, descifrando los deseos verdaderos. También poco dudan en hacer amistad con las pesadillas, que bien claro tienen su finalidad. Juntas te acontecen y amargan, meciéndote en un sueño que bien puede no terminar.
Duran mucho, duran poco, van andando sin cesar. Por su plano te acechan sin dejarte respirar. Un momento infinito, o a veces tan solo un minutito. Puede que ellos decidan cuando sueñas y si hacerlo merece la pena.
Te acuerdas o lo olvidas, a veces queriendo una opción cuando sucede la otra. ¿Quién decide esos desvaríos? ¿Quién acierta al decir, este sueño es bueno recordarlo y el otro mejor pasarlo?
El pobre personaje que intenta recordar lo olvidado, sin duda tarda mucho en razonar lo que en un minuto a logrado. Esos sueños breves pero intensos, como tópico de acción, en donde suceden cuatro cosas que se escapan a nuestra comprensión. Sin embargo, y hay que hacerlo constar, qué fácil es recordar cinco minutos, y el sueño largo olvidar.
En definitiva, nadie rige las aventuras del sueño junto a la pesadilla, que si bien ellos no pueden determinar lo que terminas por soñar, si son capaces de decidir si aquello que has soñado es digno de haberlo sido. Por eso, en ocasiones muy bien contadas, recuerdas el sueño de pocos minutos en los que pereces sin darte cuenta, por el cansancio o aburrimiento, pero no consigues reconstruir aquel que te llevó toda la noche idear y soñar.
Nos queda confiar en el sueño sabio y pensar, que si él dice que no hay que recordar, será porque el sueño no está contento con su obra. Y ya se sabe que el autor de una historia es el mejor crítico de todos.
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