A veces, el querer una vida mejor no consiste en buscarla en las personas que te rodean, no es un afán en robarle al compañero las características de esa vida que él se ha labrado. A veces, el querer una vida mejor consiste simplemente en querer volver al pasado, no con arrepentimiento sino con admiración.
Admiro mil y un momentos que he vivido, cómo los he afrontado, cómo han sucedido, y lo que ellos han implicado. Muchos de esos momentos sé que no existirían si no se hubieran sucedido otros de los que no estoy orgullosa, solamente sucedieron sin más. Está claro que si me quiero quedar con circunstancias concretas, deberé aceptar otras muchas otras que tampoco tenía en mente acoger. Así de complicada es nuestra vida, depende de demasiados factores como para poder diseccionarla para analizarla, es el claro ejemplo de por qué volver atrás en el tiempo no es viable ya no sólo a nivel físico sino lógico o consecuente.
Siempre he comentado que hubo un momento de mi vida en el que cambié, y creo que ese cambio se nota demasiado en mi blog. Hoy he anhelado saber escribir como antes, tener la capacidad de vaciar la mente hasta escribir sin tener conocimiento de ello, proyectar mis divagaciones en una pantalla y compartirlas con el mundo, porque sabía qué decía aunque no hubiera prestado atención en el proceso. Hoy cada día me cuesta más escribir, porque siento que no me llegan las palabras, ésas que han estado conmigo en cada momento, ésas que un día abandoné y sé que jamás volverán, por muchas máquinas del tiempo que emplee. Para que ellas vuelvan tengo que volver yo, y los cambios, las pocas veces que se suceden, son irreversibles.
Cuando me imagino en un futuro, me veo tal y como era y como quiero ser ahora. Me imagino que, por fortunas del destino, se vuelve a producir otro acontecimiento inverosímil que me haga volver a mi yo. Entonces mi futuro parece mucho más mío, me reconozco en cada situación y me gusta cómo soy. Sé que ese futuro no va a ser posible, ni en personalidad ni en circunstancia, pero aunque muchos se obliguen a abandonar los sueños por no perder la esperanza, yo sigo insistiendo en que me quede algo mío, recursivo para mis momentos en los que quiera ser yo.
No nos confundamos, estoy bien como estoy. O podría decirse que simplemente no estoy mal, no apruebo el cambio aunque esté contenta con él. Soy como una persona que no quería comprarse algo y que cuando se lo regalan lo usa casi sin darse cuenta. Quizá nunca me planteé – e incluso ahora que la tengo tampoco – modificar una personalidad que era tan yo y poco los demás. Quizá ahora que ya está cambiada me planteo cómo es posible que eso haya pasado. Quizá simplemente anhelo ser como era porque me gusta más mi anterior entorno que el de ahora. Quizá, cuando todo esto termine y me encuentre en otro lugar, entienda por fin que este cambio no está de más, y me imagine en mi no ya tan futuro como soy en estos momentos, sin anhelos de otro futuro.
De momento, me queda convivir con la circunstancia, con quien soy a ratos y con quien quiero ser muchos otros. Simplemente soy dos personas que no quieren convivir juntas, o sí, pero a las que les cuesta más decidirse que ponerse de acuerdo. Puede que mi deseo de futuro ya no sea tanto cambiar yo, si no ser tal y como tenga que ser en otro futuro que de verdad espero no sea la realidad que ahora me persigue.
Me canso con facilidad de los entornos cuando he llegado a mi bajo límite de aburrimiento, necesito estar constantemente modificando lo que me rodea, no absolutamente todo, sino sólo lo que me angustia, para poder seguir avanzando. Anteriormente eran los institutos a los que iba, y doy gracias a quien haga falta de haber pasado por tres en lugar de haberme tenido que quedar en uno desde mi infancia, como mucha gente hace. Cinco años en la universidad son mucho más que suficientes como para querer salir corriendo de allí y simplemente puedo dar gracias de que mi entorno personal se haya modificado con frecuencia, en ocasiones incluyendo factores externos a la universidad, para poder seguir respirando cada día.
De momento, me quedo con secuestrar de vez en cuando los matices y personas de mi vida que me importan, para meterlas todas de relleno en mi futuro imaginado. Simplemente tengo claro lo que quiero y eso, le pese a quien le pese, nunca ayuda.
0 huellitas