Hoy he encontrado un recuerdo completo, algo que estaba en mi mente de una manera y que, al tenerlo de nuevo delante, me ha resultado completamente nuevo. He querido perder minutos de mi vida contemplando una maravilla que creÃa extinta hace más tiempo del esperado.
Hace tiempo que dejé los dibujos, las historias, la lectura… Recuerdo cuando me encerraba en mi cuarto con mi trozo de cartón e inventaba seres de colores con mil formas. Cuando escribÃa páginas enteras de imaginación y personas surgidas de las clases menos esperadas. Ya parece que no hago más que dedicar mi vida al mundo, no hay tiempo para egoÃsmos, si no es estudiar es intentar arreglar el mundo. Y soy demasiado joven para tener que dedicarme a ser mayor.
TenÃa en mi mente guardado el recuerdo de que hacÃa más tiempo del que pensaba que no me dedicaba a cosas propias. Pero una libreta me ha recordado que hasta hace poco seguÃa luchando por ser un poco más yo y menos un cordero.
Anoche me puse a cocinar. Suena estúpido pero fui feliz. Con la música a tope y delante de los fogones se me pasó el tiempo sin tener la sensación de haberlo desaprovechado. Era también una de las cosas que antes me gustaba hacer, cuando existÃa el tiempo.
Hace bien poco alguien me dijo que no pasa nada por estar una hora haciendo otra cosa que no sea lo de siempre, y creo que no deberÃa ser legal tener tanta razón. Asà que estos dÃas he decidido que en lugar de esperar a tener tiempo para escribir, lo voy a robar. Esta mañana aproveché mi hora para decidir todo lo que quiero, como siempre, porque no quiero que este espacio que es mÃo se convierta en otra cosa más que se vuelve un recuerdo mal olvidado. Creo que esta hora de hoy se convertirá en la hora de mañana y la de dÃas que vengan, y probablemente no la echaré de menos para otras tardes porque, a la larga, parece que al final es el tiempo el que te guÃa a ti y no tú la persona que controla sus horarios.
La idea básica de esta hora dedicada es la misma que la de la acción mensual. No sé si la comenté pero una vez al mes hago algo, lo que sea, que normalmente no harÃa, sin pensar en las consecuencias ni en las posibles repercusiones – siempre dentro de la legalidad –. Hasta ahora me he llevado más disgustos que alegrÃas con la tonterÃa, pero he aprendido muchÃsimo y he hecho lo que me ha dado la gana, que eso siempre deja un sádico regusto de satisfacción. He conseguido meter en el lÃo a una amiga y a ella no le va del todo mal, asà que en el cómputo parece que el invento es útil como poco.
También estoy recientemente haciendo terapia de personalidad. Hace mucho tiempo que no soy la que era y por lo tanto no me puedo afanar en seguir pensando que soy igual porque no es cierto. Tengo que empezar a redefinir la descripción que existe hasta la fecha de mà misma. Y no sé por qué no lo he hecho antes porque supongo que es gratificante tachar cosas negativas de la lista o descubrir que otras han mutado en algo más aceptable. Antes era odiosa, ahora, simplemente, se podrÃa decir que soy una perra adorable. Yo insto a quien quiera a hacer valoración de sà mismo y descubrir si somos como nos pintan porque si no es asÃ, o nos estamos engañando o engañamos a los demás.
Cambiando drásticamente – que bien queda siempre – de tema o en otro orden de las cosas, últimamente he sufrido el ataque masivo de las norias del universo. Hace un par de dÃas estaba deprimida por las cosas que pasan en la vida y ante las que ni puedes actuar ni responder y hoy estoy feliz. Porque sé qué papel me toca interpretar y porque ante algo que debe desarrollarse solo no hace falta quedarse a mirar. Tengo en mi vida mejores cosas que peores, aunque todo lo que nos rodee – a mà y a mis cosas buenas – sean sombras y abismos. Pero aunque filosofemos y digamos que la noche es más oscura antes del amanecer (El caballero oscuro) y que no existe luz sin sombras (Kingdom Hearts), está claro que nos podemos poner finos quejándonos. Eso es algo que se nos da a todos poderosamente bien. Asà es como mucha gente consigue avanzar, no obstante, gracias al desahogo. Simplemente aprendemos a vivir bajo una vela en medio de una calle oscura sin que se nos caiga, e incluso algunos de vez en cuando la dejamos en el suelo en busca de lo negro, sin saber si reconoceremos el camino de regreso o si la llama seguirá encendida.
Cuanto más lo pienso, creo que me considero –después de todo – un poco cordero, porque siempre tendemos a dar lo que recibimos. Si alguien es amable no podemos evitar serlo y al final creo que mi problema al relacionarme con una persona es que no sé qué me va a dar, qué esperar de ella. Es más fácil responder que hacer preguntas, al menos para mÃ. Porque la pregunta está pensada de antes, has necesitado tu momento de considerar que quieres saber algo y por qué motivo, mientras que la respuesta es simplemente eso.
Me sobran diez minutos de mi hora para mirar el techo, quizá para pensar en qué dedicaré mi siguiente hora propia o para cambiar también el chip de vuelta a otra realidad. La misma, la de siempre, pero con otra idea en la cabeza. Al menos por hoy, hasta que dure.
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