{¿La amistad no enferma...? (Sweet Katrina)}
La amistad es un mal común.
El ser humano necesita de relaciones interpersonales para cohexistir o, en su defecto, existir él mismo *debido a que el egoísmo innato del humano nos hace pensar en nosotros mismos*. De alguna manera, también necesita ejercer un control sobre las vidas ajenas *poniendo de manifiesto el descontrol de la propia vida o existencia*.
Acogiéndose a esto, la amistad se basa en una relación de necesidad. En el amigo encontrado, hemos buscado *ndependientemente de las largas conversaciones hermosas que pueden dar los conceptos de buscar y encontrar, ya que lo más cierto del mundo es que hay personas que buscan y buscados que no se encuentran* algo que necesitábamos o nos convenía para planes futuros o cercanos. El ser humano es utópico y no es capaz de centrarse en lo que es sino en lo que será, por tanto este mismo sentimientos se atribuye a todas las posibles actividades: una de ellas la amistad, otra el amor, el dinero...todo es a largo plazo porque son conceptos valioso que pocas personas pueden tratar de día en día.
Volviendo a la amistad, atrás queda la expresión: "me cae bien y es súper simpático. Por eso eso mi amigo". Eso es un añadido extra, teniendo en cuenta, además, que es una frase muleta que nos solventa todos los males ya que si fueramos seres sinceros, habrían millones de simpáticos en el mundo *simpático es el adjetivo más sencillo para calificar a alguien que no conoces de nada y, sin embargo, no eres capaz de decirlo sin más, sino que debes ser cordial y decirle algo amable para quedar como un completo hipócrita*
Ya que con ejemplos se entiende la gente:
Presuponemos como inciso el amor, ante bien, buscamos amor.
Nos interesa alguien y buscamos imperiosamente entablar una amistad con alguna persona cercana a ese elegido del amor. Si hay varias personas que sean cercanas, es cuando nos interesamos por la personalidad. En caso de que sólo pudiésemos entablar amistad con una única persona, asegurar puedo que nos importaría poco lo mal que nos caiga.
Así se establecen las relaciones. Luego, conseguido el propósito, se tiene el derecho *uno mismo se lo atribuye* a despachar al susodicho en cuanto nos de la santa gana.
Después de esto, sólo me cabe pensar que las mejores amistades son las falsas o embusteras. Dos personas que no se aguantan pero se necesitan. Ellas, al menos, lo reconocen...
Las discrepancias existen y yo no quiero decir que hayan personas que son amigos sin más. Que el derecho de despache existe no quiere decir que todos decidamos cortar las relaciones cuando ya conseguimos un propósito. No hay que olvidar que la primera necesidad del ser humano es la de sentirse importante y eso solo lo logra con personas que lo quieran y le tengan en cuenta. Así pues, la amistad es un sentimiento de "amor" fraternal, en el que la principal base *y la más discreta* es que necesitamos ser queridos para sentirnos parte del mundo. ¡Graso error! Seremos parte del mundo cuando participemos de él, cuando no nos anclemos a la vida y dejemos volar arriba para regresar a nuestro lugar, como diría Platón, en los filósofos reside el saber de darse cuenta de donde provienen y alejarse del mundo para volver a las Ideas.
Para finalizar, tenía pensado poner un texto propio y otro de T.S. Elliot. Pero prefiero dejarlo para más tarde. Aquí, un texto sobre Katrina, la dulce mujer que siempre pareció ser niña, pero que en el corazón de un hombre perduro como una diosa castigadora, recordándole durante su perversa e infastuosa vida que ella fue la primera y que, si bien fue dulce y amable en vida, la muerte la volvió irascible y rencorosa.
"La dulce Katrina me llega a la memoria, cual brizna de aire sopla discreta en un día soleado.
Dulce, ¡oh! Dulce como ninguna.
Sus inexpertos labios rozaron mi mejilla al comienzo de su sonrojo, inevitablemente, al ser observada con lascivia por mi mirada.
Katrina era feliz, su familia la quería. ¿Quién no querría a Katrina?
Perfecta en sus formas, soñadora incansable, pasea por las noches en el bosque cercano a su hogar. Su falda blanca hondea entre la maleza, su pelo revolotea alrededor.
Extiende sus brazos saboreando el momento grandioso de sentirse poderosa e intentar coger el aire con las manos. Sus suaves pies trazan su camino por el cómodo terciopelo verde de los bosques. Su mente divaga inquieta por el fastuoso mundo de la naturaleza de cada átomo indivisible que forma la materia que adora. El mundo en su esplendor, con pros y contras.
Pero ella lo adora y el mundo la quiere a ella. ¿Quién no querría a la dulce Katrina?
La dulce muchacha no hace mal...con sus manos sana y crea vida entre la maleza, da energía a los bosques y hace sonreír a los animalillos perdidos que, al escucharla, salen presurosos para danzar junto a ella.
Todos quieren a la dulce Katrina. Pero algunos la quieren en exceso.
Impoluta y pura como ningún otro diamante tallado, Katrina rehúye de mirarme como yo a ella. ¡Cuán es su deseo, mirarme como mira a su bosque! Ella sabe que yo no estaré siempre, no permaneceré bajo su dulce abrazo. Pero sé que me desea y todos saben que yo a ella de la misma manera que todos saben quererla.
Mas ella se niega, peca de ingenua, ¡lo prohíbe! No quiere quererme sólo a mí, no puede abandonar su bosque y su don de sentir el aire en las pestañas.
¿Quién no querría a la dulce Katrina? Yo la quiero y ella a mí, negarlo no le servirá para huir de su destino.
Sentada en mi regazo, le acaricio suave el pelo mientras ella llora en silencio apoyada su cara en mi pecho.
Los bosques la reclaman y ella no acude. Todos la quieren pero ella sólo quiere a uno.
A mí.
El gran privilegio otorgado me abruma. Pero no quiero tratar bruscamente a Katrina. ¡Dulce Katrina! Nadie podría hacerte tal cosa. Tu perfección ensombrece mis pensamientos. Eres pura y perfecta, delicada y moldeable, prototipo de belleza renacentista, escultura marmórea... ¡No oso tocarte, me niego! Aceptas estar en mis brazos, pero no puedo tener tal privilegio.
Todos te quieren...pero ya dije que algunos en exceso. En exceso te quieren muerta, mi amor. ¡Oh! Dulce Katrina. No me he atrevido a tocarte más allá de la superficie y ahora tu sangre se derrama en mis manos como un cántaro de agua destrozado.
La sangre que siempre mancillará mi ser, que me llenará de desgracias. ¿Podré dar marcha atrás? No es una opción. Eres mi paso hacia el futuro, mi destino de matador.
Dulce Katrina, tus bosques te echan de menos, aún cuando hace unos segundos que muerta te encuentras entre mis brazos, acuchillada deshonrosamente por la espalda, aprovechando tu debilidad.
Katrina, mi amor, yo ya te echaba de menos antes. Tú mi primera víctima. Perfecta, esplendorosa. ¿Quién mejor que tú? Dulce Katrina me has iniciado, perfecta hasta muerta, perfecta sorpresivamente.
Tu blanca falda manchada de sangre, vestigio de una muerte. Tus padres te reclamarán, tus bosques llorarán con amargura. Todos los que te quieren, seguro, entristecerán.
Pero, ¡oh! dulce Katrina, nadie, ¡nadie! te recordará más que yo."
Dulce, ¡oh! Dulce como ninguna.
Sus inexpertos labios rozaron mi mejilla al comienzo de su sonrojo, inevitablemente, al ser observada con lascivia por mi mirada.
Katrina era feliz, su familia la quería. ¿Quién no querría a Katrina?
Perfecta en sus formas, soñadora incansable, pasea por las noches en el bosque cercano a su hogar. Su falda blanca hondea entre la maleza, su pelo revolotea alrededor.
Extiende sus brazos saboreando el momento grandioso de sentirse poderosa e intentar coger el aire con las manos. Sus suaves pies trazan su camino por el cómodo terciopelo verde de los bosques. Su mente divaga inquieta por el fastuoso mundo de la naturaleza de cada átomo indivisible que forma la materia que adora. El mundo en su esplendor, con pros y contras.
Pero ella lo adora y el mundo la quiere a ella. ¿Quién no querría a la dulce Katrina?
La dulce muchacha no hace mal...con sus manos sana y crea vida entre la maleza, da energía a los bosques y hace sonreír a los animalillos perdidos que, al escucharla, salen presurosos para danzar junto a ella.
Todos quieren a la dulce Katrina. Pero algunos la quieren en exceso.
Impoluta y pura como ningún otro diamante tallado, Katrina rehúye de mirarme como yo a ella. ¡Cuán es su deseo, mirarme como mira a su bosque! Ella sabe que yo no estaré siempre, no permaneceré bajo su dulce abrazo. Pero sé que me desea y todos saben que yo a ella de la misma manera que todos saben quererla.
Mas ella se niega, peca de ingenua, ¡lo prohíbe! No quiere quererme sólo a mí, no puede abandonar su bosque y su don de sentir el aire en las pestañas.
¿Quién no querría a la dulce Katrina? Yo la quiero y ella a mí, negarlo no le servirá para huir de su destino.
Sentada en mi regazo, le acaricio suave el pelo mientras ella llora en silencio apoyada su cara en mi pecho.
Los bosques la reclaman y ella no acude. Todos la quieren pero ella sólo quiere a uno.
A mí.
El gran privilegio otorgado me abruma. Pero no quiero tratar bruscamente a Katrina. ¡Dulce Katrina! Nadie podría hacerte tal cosa. Tu perfección ensombrece mis pensamientos. Eres pura y perfecta, delicada y moldeable, prototipo de belleza renacentista, escultura marmórea... ¡No oso tocarte, me niego! Aceptas estar en mis brazos, pero no puedo tener tal privilegio.
Todos te quieren...pero ya dije que algunos en exceso. En exceso te quieren muerta, mi amor. ¡Oh! Dulce Katrina. No me he atrevido a tocarte más allá de la superficie y ahora tu sangre se derrama en mis manos como un cántaro de agua destrozado.
La sangre que siempre mancillará mi ser, que me llenará de desgracias. ¿Podré dar marcha atrás? No es una opción. Eres mi paso hacia el futuro, mi destino de matador.
Dulce Katrina, tus bosques te echan de menos, aún cuando hace unos segundos que muerta te encuentras entre mis brazos, acuchillada deshonrosamente por la espalda, aprovechando tu debilidad.
Katrina, mi amor, yo ya te echaba de menos antes. Tú mi primera víctima. Perfecta, esplendorosa. ¿Quién mejor que tú? Dulce Katrina me has iniciado, perfecta hasta muerta, perfecta sorpresivamente.
Tu blanca falda manchada de sangre, vestigio de una muerte. Tus padres te reclamarán, tus bosques llorarán con amargura. Todos los que te quieren, seguro, entristecerán.
Pero, ¡oh! dulce Katrina, nadie, ¡nadie! te recordará más que yo."
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