{Ecuación de amor}
Hoy, o problablemente hace una semana, tuve la descabellada idea de plantear las variables exactas que formarían parte de mi demostración de la ecuación perfecta para predecir relaciones interpersonales de posibles parejas.
Tomemos el inciso de una profesora de X asignatura y sus variables:
Dicha profesora a la que llamaremos Juana de Arco, es joven y tiene toda una vida por delante, una vida trágica. En Junio tuvo unas oposiciones que no aprobó, por lo que sigue sin un destino fijo y la mandan a cualquier instituto de cualquier lugar del sitio donde reside. Está acostumbrada a dar clase a unos alumnos que no tienen metas en la vida, se comportan todo lo mal que les es posible y no atienden ni quieren hacerlo en clase, por lo que esas horas de trabajos son todo lo insufribles que puede llegar a soportar. Pasa las horas con cosas del trabajo, atareada y siempre de malhumor por la forma en la que su trabajo afecta en su vida, consiguiendo con esto que ninguna relación amorosa que haya tenido diera sus frutos y lleve dos años sola.
Todas ellas son variables muy posibles en la vida de alguien, porque nadie dijo que la vida fuera fácil. De esta manera, con esta profesora y sus variables, vamos a ambientar las variables de un lugar.
Supongamos que Juana de Arco llega a un instituto nuevo a la que la han destinado, con sus alumnos cenutrios y su vida anodina. Aparece un alumno X, que siempre está presente en alguna clase de algún lugar. Dicho alumno es amable *o si bien puede considerarse "pelota"*, puede no ser inteligente, pero si menos soez que los demás alumnos simplistas a los que Juana de Arco acostumbra. Eso se une a un interés del alumno y a una simpatía *obviamos la variable de la belleza, porque es irrelevante*
En definitiva, probabilísticamente si juntamos todas las variables y las igualamos a un resultado, tenemos un 78'39% de probabilidades de que la profesora se enamore del alumno, no así el alumno de la maestra.
Aquí entra ya la moral de relaciones con menores, la profesión que hay que mantener y las consecuencias nefastas en el caso de que esa relación fuera más allá de lo políticamente correcto establecido. Pongo un ejemplo de situación caótica:
Tienes una relación que va viento en popa, posiblemente sea pronto para decirlo pero la sensación es esa.
De pronto, te enteras de que tu pareja está casada y tiene un hijo. Ante ti se presenta las múltiples posibilidades que degenerarán en catástrofe.
Tu estás enamorada, perdidamente enamorada, pero tu moral te impide estar con una persona que te engaña a ti y a su mujer. Tiene una vida lejos de ti, ante sus amigos, conocidos y en definitiva, la sociedad, su mujer y su hijo son su familia, su vida...y tu no formas parte de ella.
Puedes alejarte de él, a sabiendas de que sufrirás como nunca antes y que te sabrás engañada y utilizada.
Puedes quejarte junto a él, la opción menos problable, ya que nadie quiere quedarse en un puesto apartado de la vida del ser querido, conformándote con encuentros que ahora te parecerán furtivos y carentes de significado.
O puedes decírselo a su mujer, provocando que ésta lo abandone, entren en juicios por el divorcio, la custodia de un hijo que lo pasará mal, viendo como sus padres se separan y su vida cambia radicalmente por una mujer desconocida.
¿Egoísmo o empatía? Sacrificarte tú por los demás, sacrificar a los demás por tí, o que todos terminen en un sacrilegio nefasto de consecuencias ineluctables.
La vida es muy complicada y aunque el amor sea uno de los casos más descorazonadores de la vida y que provoque dolores de cabeza interminables, siempre podemos salir al balcón y tirarnos...o tomar el aire y pensar que todos lo pasamos mal y que cualquier camino es el correcto, si una vez tomado, sabes afrontarlo sin mirar atrás.
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