{Ahorrar saliva}
Dicen que las discusiones enriquecen. Dicen, y digo, pues siempre he sido de las que piensan que discutir es sano, no con mala intención, más bien como un debate espontáneo que toma carices efusivos.
Pero hay personas que prefieren vivir en la ignorancia, y enriquecerse de nada. Últimamente me estoy leyendo un libro: “La evolución de Calpurnia Tate”. La joven Callie empezó a ver con otros ojos su rÃo favorito para bañarse cuando descubrió los seres microscópicos que allà vivÃan. Definición gráfica de que el ignorante es feliz. Pues algo asà sucede con la gente que no discute, y es que tiene miedo de descubrir cosas que no le agradarÃan.
Por eso, antes de toda discusión, hay que hacerse dos preguntas fundamentales. La primera: “¿será capaz dicha persona de aguantar el debate?”. La segunda: “¿quieres que esa persona descubra cosas que no le van a gustar?”. Y cuando hayas respondido satisfactoriamente ambas preguntas, puedes empezar o no con el debate. A veces, sabemos que daremos a conocer opiniones que por los motivos que sean preferimos no dar a conocer. En ese caso la discusión es loable. Pero no discutir porque te sabes derrotado o porque te escupirán verdades a la cara es de cobardes, y de hecho, de personas escurridizas y sin sentido crÃtico.
A mà no me vale el ahorrar saliva, soy de las que prefieren utilizar los pulmones, si es necesario.
Pero hay personas que prefieren vivir en la ignorancia, y enriquecerse de nada. Últimamente me estoy leyendo un libro: “La evolución de Calpurnia Tate”. La joven Callie empezó a ver con otros ojos su rÃo favorito para bañarse cuando descubrió los seres microscópicos que allà vivÃan. Definición gráfica de que el ignorante es feliz. Pues algo asà sucede con la gente que no discute, y es que tiene miedo de descubrir cosas que no le agradarÃan.
Por eso, antes de toda discusión, hay que hacerse dos preguntas fundamentales. La primera: “¿será capaz dicha persona de aguantar el debate?”. La segunda: “¿quieres que esa persona descubra cosas que no le van a gustar?”. Y cuando hayas respondido satisfactoriamente ambas preguntas, puedes empezar o no con el debate. A veces, sabemos que daremos a conocer opiniones que por los motivos que sean preferimos no dar a conocer. En ese caso la discusión es loable. Pero no discutir porque te sabes derrotado o porque te escupirán verdades a la cara es de cobardes, y de hecho, de personas escurridizas y sin sentido crÃtico.
A mà no me vale el ahorrar saliva, soy de las que prefieren utilizar los pulmones, si es necesario.
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