{Dreams}
Hoy (adverbio de tiempo que uso con frecuencia, ya que las ideas de este día se suman a las del siguiente), he respondido a la pregunta tan hecha sobre cómo plantearse metas. Mi respuesta es sencilla: motivación. Una vez se encuentra la motivación, todo lo propuesto no es más que un mero pasatiempo y tienes mil y una metas más que cumplir, enriqueciendo tu vida.
Hoy he encontrado, o mejor dicho, he aceptado haber encontrado la motivación que necesitaba para poder llevar a cabo esas promesas típicas (como si de año nuevo tratara) que se hacen las personas pero nunca llegan a cumplir. Mis promesas no son tan vanales como "dejar de fumar", "ir al gimnasio"...pero de igual manera nunca las cumplo.
Mi problema reside en que esa motivación que me ayuda a yo poder cumplir mis metas es una motivación contradictoria: tan pronto me ayuda a cumplir mis propósitos como me entristece la vida sin darme cuenta.
Supongo que es un tanto masoquista el aceptar este hecho y no hacer nada por cambiarlo. Cualquiera pensaría que si algo que te ayuda también te hace daño, es mejor buscarse algo que simplemente te ayude. Pero verdaderamente, han habido muchas motivaciones en mi vida, que no han conseguido motivarme lo suficiente (mi pereza requiere de altas dosis de insistencia); ésta, sin embargo, provoca en mi que, como mínimo, ya haya empezado a cumplir lo que me propongo. Y ya se sabe, lo más complicado es empezar. Supongo, también, que acepto esto porque mi motivación no es consciente de que me hace daño. Así que, no podemos echarle las culpas a esta simpática motivación que sin darse cuenta de nada, muy inocentemente está siendo culpable. ¡Pues no! Fuera culpabilidades.
Hoy, repito, aceptando este hecho, dándome cuenta de él y filosofando como nunca antes (debido a un estado entre cansancio, sopor y liturgia), me siento feliz porque sé que ahora puedo ser capaz de todo, que la resignación solo es un paso más por el camino, y que en mi vida he tenido que renunciar a muchas cosas antes de saber si era necesario renunciar o podía hacer algo por arreglarlo. Hoy, vuelvo a estar feliz porque sé que puedo conseguir muchas cosas nuevas, agradeciendo el que pueda hacerlo a algo de lo que tengo que renunciar.
Mas hoy, me he dado cuenta de que todas las cosas de este mundo que veía lejanas a mí, están encajando poco a poco. Encontré por fin la utilidad (más allá de las tareas) de un fin de semana, del que he sabido aprovechar el estar encerrada en mi casa para poder evadirme de todo, mantener la mente clara y alejar de mí esa sensación de tristeza. Encontré la utilidad del sueño, que contradictoriamente acerca el mundo a mí durante mis días de soledad, me hace pensar por unos instantes que no tengo que renunciar a nada. Y una vez más, despertar y alegrarme por tener el fin de semana para quitarme las malas sensaciones del sueño traicionero que me da esperanzas.
Tengo por fin la existencia organizada. Esperanzas para unas cosas, el resto bien organizadas en su sitio, entre las cosas inservibles, las cosas reciclables y las cosas (abusando de este sustantivo) a las que diré adiós con resentimiento.
Por tanto, hoy aconsejo el buscar o dejarse encontrar, al igual que yo, por una motivación tan fuerte que nos apriete el pecho y no nos deje respirar hasta conseguir lo que nos proponemos; el ser felices dentro de las desgracias ya que la aceptación sólo puede ayudar; y, definitivamente, el imaginar sin miedo a pensar en disparates, las mil y una maravillas que queremos y, ya sea por las condiciones o por impedimentos externos, no podemos cumplir.
El mundo es demasiado maravilloso como para perder el tiempo. Yo ya perdí demasiadas veces el mío y ahora, agradecida profundamente a algo que, sin saberlo, me ha hecho comprender que hay que luchar; sólo puedo pensar en vivir, no cambiar, pero vivir mejor como he sido hasta ahora...pero siempre un poco mejor.
3 huellitas