{Cosas que descubro}
Rcorriendo el camino de mi personalidad me he perdido. Me he descubierto poniendo cara de idiota al ver un bebĂ© por la tele, sufriendo cambios de humor demasiado drásticos, estando tranquila cuando me creĂa deprimida (y sin darme cuenta). Ayer estaba furiosa, un momento en el que, sentada en la mesa, di un golpe de impotencia y dejĂ© la comida frĂa en los instantes de reflexiĂłn que siguieron. Y luego, casi al instante de descubrir que todavĂa tenĂa comida en el plato, cayĂł sobre mĂ una depresiĂłn de las que abrumen con sus siguientes efectos secundarios: ahogo, rendiciĂłn, llamada a mamá y una tarde en la que mis dĂas silencioso se recuperaro en una extensa conversaciĂłn. Me creĂ deprimida todo el tiempo que siguiĂł, haciendo tarea con una mustia merienda, una mustia cena y la visiĂłn de una serie con el pijama ya puesto y las mantas hasta el cuello. Esta mañana, más de lo mismo, pelea de lentillas incluida.
Pero ahora mismo, en los instantes en los que escribo con la firme sospecha de segĂşn quienes de estar haciendo un diario (como sucediĂł con mi libreta el dĂa que tuve la gran idea el curso pasado de llevarla a clase), me siento bien. No bien de estar feliz, tener una vida perfecta e ir con una sonrisa en la cara; sino bien de estar en paz con uno (porque con otro...), tranquila y preparada para todo lo que venga. Supongo que en parte este Ă©xito se debe al inminente reencuentro con un familiar, a la realidad que estoy obligada a vivir, o porque simplemente me he rendido y ya no me quejo de las injusticias del mundo, me limito a pensarlas y a actuar sĂłlo cuando haya una soluciĂłn 100% libre de errores.
Y si nos ponemos tiernos y hablamos con total sinceridad, continuaremos conversano de lo que me doy cuenta ahora mismo. Este momento ya lo he vivido muchas veces y miles de personas (quiero creer) y es el momento en el que se desarrolla repulsiĂłn hacia una persona. Vi un dĂa en El Hormiguero, segĂşn la hija de Punset, que las personas sĂłlo necesitan 10 segundas para saber si una persona les gustará (de cualquier manera) o no. Definitivamente no dija nada de que luego sĂłlo hacen falta 3 segundos para saber que esa persona que te gustĂł (de cualquier manera) ya no te gusta. Curioso, ¿eh?. Es más rápido el desprecio que el aprecio. Y es otra de las cosas de las que no te das cuenta, porque estás tan feliz charlando con alguien y a la primera de cambio la miras con desprecio.
Más cosas a descubrir: la necesidad de perdĂłn. Yo creĂa que sĂłlo era cosa de mi vecino, el pedir disculpas constantemente, pero aquĂ en Madrid quieren creer todos que son muy educados. Pedir perdĂłn por todo le resta credibilidad, sobre todo si lo haces hasta por dar los buenos dĂas. Quiero creer que es por mi aire enfadado y la gente cree que todo me molesta, pero si llego a comprobar que esto sucede con cualquier tipo de personas empezarĂa a peocupar seriamente por dos motivos. El primero, que las personas se disculpen sin sentir culpa; y el segundo, que me miren mal por no disculparme cuando hago lo mismo que ellos pero con sinceridad.
Los alumnos (o es posible que sea un efecto generalizado) tenemos la capacidad de contorsionarnos en la silla, haciendo maniobras de bostezo, cogiendo un lápiz que está en el suelo por la derecha, desde la izquierda, poner los pies en situaciones extrañas y esconder el mĂłvil a base de peripecias. Pero luego no podemos tocarnos los dedos de las pies con las manos y de pie. ¿Cosas de alumnos o de flexibilidad?
He descubierto, tras 18 años, qĂ© sentĂan mis compañeros de clase cuando por no entender a un rprofesor suspendĂan. Yo no entendĂa a muchos profesores, pero sĂ a los libros, a Google y otros apuntes. Pero cuando lo que te tienen que explicar es completamente nuevo, es imposible de aprender con un libro que no explica y el profesor es como el librom la combinaciĂłn es suspensiva. Mientras los que fracasaban triunfan, o que triunfaba fracaso y ver que los fracasadores (fracasados no es apropiado) pueden lograrlo, ahora que yo lo soy ellos me infunden ánimos. Y eso lo he descubierto mientras lo escribĂa. Tener a un profesor de fĂsica que se va por la tangente es un colmo o una ironĂa, pero sin duda es un sinsentido que dos personas hagan la misma pregunta y Ă©l explique otra cosa. Por supuesto, si luego tienes unas ideas felices ya está resuelto, y pobre de ti si eres un infeliz o si tus ideas están de malhumor en el examen.
Estoy triste otra vez, o pensativa, no sabrĂa definirlo. Es la dicotomĂa de felicidad-tristeza con la que debemos convivir, por si alguien se pensaba que los okupas vienen de la pobreza. Pero como ya me empiezo a desgastar, lo dejo para la siguiente entrada, en la que espero dejar los descubrimientos para los exploradores o Julio Verne y centrarme en volver a ser lo que era, que ya vale de descubrimientos por una mañana.
Pero ahora mismo, en los instantes en los que escribo con la firme sospecha de segĂşn quienes de estar haciendo un diario (como sucediĂł con mi libreta el dĂa que tuve la gran idea el curso pasado de llevarla a clase), me siento bien. No bien de estar feliz, tener una vida perfecta e ir con una sonrisa en la cara; sino bien de estar en paz con uno (porque con otro...), tranquila y preparada para todo lo que venga. Supongo que en parte este Ă©xito se debe al inminente reencuentro con un familiar, a la realidad que estoy obligada a vivir, o porque simplemente me he rendido y ya no me quejo de las injusticias del mundo, me limito a pensarlas y a actuar sĂłlo cuando haya una soluciĂłn 100% libre de errores.
Y si nos ponemos tiernos y hablamos con total sinceridad, continuaremos conversano de lo que me doy cuenta ahora mismo. Este momento ya lo he vivido muchas veces y miles de personas (quiero creer) y es el momento en el que se desarrolla repulsiĂłn hacia una persona. Vi un dĂa en El Hormiguero, segĂşn la hija de Punset, que las personas sĂłlo necesitan 10 segundas para saber si una persona les gustará (de cualquier manera) o no. Definitivamente no dija nada de que luego sĂłlo hacen falta 3 segundos para saber que esa persona que te gustĂł (de cualquier manera) ya no te gusta. Curioso, ¿eh?. Es más rápido el desprecio que el aprecio. Y es otra de las cosas de las que no te das cuenta, porque estás tan feliz charlando con alguien y a la primera de cambio la miras con desprecio.
Más cosas a descubrir: la necesidad de perdĂłn. Yo creĂa que sĂłlo era cosa de mi vecino, el pedir disculpas constantemente, pero aquĂ en Madrid quieren creer todos que son muy educados. Pedir perdĂłn por todo le resta credibilidad, sobre todo si lo haces hasta por dar los buenos dĂas. Quiero creer que es por mi aire enfadado y la gente cree que todo me molesta, pero si llego a comprobar que esto sucede con cualquier tipo de personas empezarĂa a peocupar seriamente por dos motivos. El primero, que las personas se disculpen sin sentir culpa; y el segundo, que me miren mal por no disculparme cuando hago lo mismo que ellos pero con sinceridad.
Los alumnos (o es posible que sea un efecto generalizado) tenemos la capacidad de contorsionarnos en la silla, haciendo maniobras de bostezo, cogiendo un lápiz que está en el suelo por la derecha, desde la izquierda, poner los pies en situaciones extrañas y esconder el mĂłvil a base de peripecias. Pero luego no podemos tocarnos los dedos de las pies con las manos y de pie. ¿Cosas de alumnos o de flexibilidad?
He descubierto, tras 18 años, qĂ© sentĂan mis compañeros de clase cuando por no entender a un rprofesor suspendĂan. Yo no entendĂa a muchos profesores, pero sĂ a los libros, a Google y otros apuntes. Pero cuando lo que te tienen que explicar es completamente nuevo, es imposible de aprender con un libro que no explica y el profesor es como el librom la combinaciĂłn es suspensiva. Mientras los que fracasaban triunfan, o que triunfaba fracaso y ver que los fracasadores (fracasados no es apropiado) pueden lograrlo, ahora que yo lo soy ellos me infunden ánimos. Y eso lo he descubierto mientras lo escribĂa. Tener a un profesor de fĂsica que se va por la tangente es un colmo o una ironĂa, pero sin duda es un sinsentido que dos personas hagan la misma pregunta y Ă©l explique otra cosa. Por supuesto, si luego tienes unas ideas felices ya está resuelto, y pobre de ti si eres un infeliz o si tus ideas están de malhumor en el examen.
Estoy triste otra vez, o pensativa, no sabrĂa definirlo. Es la dicotomĂa de felicidad-tristeza con la que debemos convivir, por si alguien se pensaba que los okupas vienen de la pobreza. Pero como ya me empiezo a desgastar, lo dejo para la siguiente entrada, en la que espero dejar los descubrimientos para los exploradores o Julio Verne y centrarme en volver a ser lo que era, que ya vale de descubrimientos por una mañana.
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