{La soledad de los bordes}
Soy una persona borde. Además de borde, pesada. Porque no llevo la cuenta de la de veces que he dicho que lo soy en este blog (ni pensar a lo largo de mi vida). Sí llevo la cuenta de la cantidad de amigos que he perdido por este motivo (o por el empleo de ello como excusa). Estos días he perdido un amigo más. ¿El motivo? Pues el de siempre, para qué nos vamos a engañar empleando cualquier otro tipo de argucias que me hagan sentir mejor. El motivo es que me expreso con claridad, sin tapujos y con menos rodeos que las atracciones de toros. Y ya se sabe que en este mundo las cosas que se dicen claras y directas, siempre van a sonar mal.
MAL, que gran palabra. Me gusta la palabra mal, porque se emplea como ella misma: mal. Y como nos creemos con derecho divino y creacional de usarla a nuestro antojo, decidimos que prácticamente todo en esta vida se hace/dice/sucede mal. Todo está mal, todo se hace mal, todo es malo excepto lo propio. Vamos, que vivimos en un mundo demoníaco y somos los últimos supervivientes, a lo "Soy Leyenda", pero sin leyenda. Porque nosotros no vamos a salir por la tele, ni vamos a tener una película, ni (con bastante probabilidad) seremos recordados mucho tiempo.
Volviendo al tema, he perdido un amigo. Hay veces que te ves venir que perderás alguno, hay otras que vienen de sorpresa pero no suponen un gran problema (incompresible, ¿verdad?), y otras que es una sorpresa de las dolorosas. No estoy segura todavía donde calificar esta pérdida, y tampoco creo que haya necesidad de clasificarla, simplemente es una pérdida, ni mejor ni peor porque sea de una u otra manera. Y lo he perdido por ser borde, al parecer. Y probablemente tenga algún que otro problema por estar escribiendo aquí, pero oye, siempre lo he hecho y siempre lo haré.
El ser tajante nunca fue una ventaja, menos en el mundo tan bien explicado por Nietzsche. Y el ser borde, mucho menos. Uno nunca se espera que vengan un día y le digan que detestan su personalidad, y que durante mucho tiempo ha sido aguantada por un sólo propósito. Leyendo entre líneas y de mala manera: he perdido un amigo porque antes aguantaba que fuera borde porque quería algo, y ahora que ya no lo quiere, no tiene por qué aguantarme. Simple, breve, para toda la familia y esclarecedor. Y digo yo: ¿si hubiera conseguido lo que quería, tendría que haber apechugado con algo que no le gustaba toda la vida? Que vida más triste, me parece que es una serie.
Estas cosas suceden con frecuencia anodina, y como yo ya estoy acostumbrada a ello sólo me queda añadir que los bordes estamos condenados a la soledad, como ya me explicaron bastante bien. Estos psicólogos, o intento de ellos, que vienen un día y te dicen que como sigas por ese camino, estarás condenado a la soledad, la gente se alejará de ti, te harás daño y harás daño. Y se quedan tan tranquilos oye. Eso sí, cuando empiezan a desvariar y decirte que tienes tendencias maltratadoras y dependencia casi extrema...ya puedes desconectar y despedirte de ellos. Vamos, como si estuviéramos recorriendo el Inferno con Dante y me viniera Virgilio por detrás, sin toga y más raperillo y me dijera: "eh, tú, estás condenada a la soledad eterna. Tu alma perecerá en el infierno, y serás castigada eternamente cada día hasta morir y resucitar al siguiente". Me ha quedado muy Raistlin en el Abismo, en vez de Divina Comedia, pero lo que intento es que quede claro el concepto.
Y así nos quedaremos los bordes, metidos en nuestra caverna mientras entre ella y la civilización se abre un mar de dudas y desconfianza, una nube de hipocresía y mal pensar. Y los súperhombres estaremos destinados a quedarnos en la gruta, mirando desde lejos como la manada se destruye a sí misma. Para que luego digan que ser borde es malo.
MAL, que gran palabra. Me gusta la palabra mal, porque se emplea como ella misma: mal. Y como nos creemos con derecho divino y creacional de usarla a nuestro antojo, decidimos que prácticamente todo en esta vida se hace/dice/sucede mal. Todo está mal, todo se hace mal, todo es malo excepto lo propio. Vamos, que vivimos en un mundo demoníaco y somos los últimos supervivientes, a lo "Soy Leyenda", pero sin leyenda. Porque nosotros no vamos a salir por la tele, ni vamos a tener una película, ni (con bastante probabilidad) seremos recordados mucho tiempo.
Volviendo al tema, he perdido un amigo. Hay veces que te ves venir que perderás alguno, hay otras que vienen de sorpresa pero no suponen un gran problema (incompresible, ¿verdad?), y otras que es una sorpresa de las dolorosas. No estoy segura todavía donde calificar esta pérdida, y tampoco creo que haya necesidad de clasificarla, simplemente es una pérdida, ni mejor ni peor porque sea de una u otra manera. Y lo he perdido por ser borde, al parecer. Y probablemente tenga algún que otro problema por estar escribiendo aquí, pero oye, siempre lo he hecho y siempre lo haré.
El ser tajante nunca fue una ventaja, menos en el mundo tan bien explicado por Nietzsche. Y el ser borde, mucho menos. Uno nunca se espera que vengan un día y le digan que detestan su personalidad, y que durante mucho tiempo ha sido aguantada por un sólo propósito. Leyendo entre líneas y de mala manera: he perdido un amigo porque antes aguantaba que fuera borde porque quería algo, y ahora que ya no lo quiere, no tiene por qué aguantarme. Simple, breve, para toda la familia y esclarecedor. Y digo yo: ¿si hubiera conseguido lo que quería, tendría que haber apechugado con algo que no le gustaba toda la vida? Que vida más triste, me parece que es una serie.
Estas cosas suceden con frecuencia anodina, y como yo ya estoy acostumbrada a ello sólo me queda añadir que los bordes estamos condenados a la soledad, como ya me explicaron bastante bien. Estos psicólogos, o intento de ellos, que vienen un día y te dicen que como sigas por ese camino, estarás condenado a la soledad, la gente se alejará de ti, te harás daño y harás daño. Y se quedan tan tranquilos oye. Eso sí, cuando empiezan a desvariar y decirte que tienes tendencias maltratadoras y dependencia casi extrema...ya puedes desconectar y despedirte de ellos. Vamos, como si estuviéramos recorriendo el Inferno con Dante y me viniera Virgilio por detrás, sin toga y más raperillo y me dijera: "eh, tú, estás condenada a la soledad eterna. Tu alma perecerá en el infierno, y serás castigada eternamente cada día hasta morir y resucitar al siguiente". Me ha quedado muy Raistlin en el Abismo, en vez de Divina Comedia, pero lo que intento es que quede claro el concepto.
Y así nos quedaremos los bordes, metidos en nuestra caverna mientras entre ella y la civilización se abre un mar de dudas y desconfianza, una nube de hipocresía y mal pensar. Y los súperhombres estaremos destinados a quedarnos en la gruta, mirando desde lejos como la manada se destruye a sí misma. Para que luego digan que ser borde es malo.
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