Hace mucho tiempo empecé a perder pasiones, hobbies, aplicaciones o como quiera llamarse a esas tareas que uno hace porque le gustan o interesan y que, poco a poco y con práctica, se te van dando cada vez mejor. Lo mío siempre fue escribir. Me apasionaba. Y hoy, si obviamos este blog o queremos creer que no es escritura, lo mío con la literatura se quedó en la lectura. O eso creía.
Me descubro alejada de los libros, sin leer, o releyendo los únicos libros que actualmente consiguen pegarme a la silla o a la cama para no moverme hasta terminar, o para hacerme suplicar un capítulo más. En ocasiones la literatura me sorprende con un libro que me apasiona, como ha pasado recientemente, y creedme cuando digo que fui la más feliz y vivaz al leerlo. Pero ahora me encuentro enfrascada en el mismo libro de siempre, abandonada por una literatura cada vez más pobre o por lo menos, cada vez menos accesible.
Lo que sucede es que, puede, los géneros o los atractivos de la literatura no sean de mi agrado, o las masas que ahora son atrapadas por los libros son incomprensibles y por ello necesitan un aliciente o una alienada para ser captados. Estaba buscando una buena imagen para encabezar esta entrada, algo de libros y literatura, cuando me salieron estas:



Que conste que, para una vez, yo no he dicho nada de nada. Eso sí, hay quienes opinan que también es un cáncer cinematográfico. Y sé de que lo que hablo ya que, actualmente y a falta de libros, me he aficionado a las películas (más aún) y en versión original subtitulada. Yo, sinceramente, las prefiero de esta manera porque las disfruto más, me parecen más personales que imaginar a unas personas en un estudio con unos cascos puestos y doblando las voces de los actores. Se aprecian más cosas, además, en versión original. Por ejemplo, que la entonación del doblaje a veces no es la que tenía el personaje, y eso te hace pensar otras cosas que las que pensabas.
Ayer, sin embargo, vi Las Crónicas de Narnia: El Príncipe Caspian, en un estricto español. Dentro de poco aprovecharé la soledad para verla en inglés y disfrutarla más. Es que a mí las pelis de fantasía me encantan. Será cierto eso de que me he quedado anclada en el siglo pasado y la lucha con espadas, yelmos y cotas de malla me apasionan mucho más que las pistolas, las mirillas láser y la semi-automatización. Tras ver la película me volví a apasionar con ver la siguiente que se estrena en Diciembre y con esto de los mundos maravillosos.
Hoy, por ello, vi Arthur y La Venganza de Maltazard, una película que consiguió sentarme en el silló con palomitas (soy muy fácil de convencer) y que me dejó a cuadros con su final, que no me pareció para nada propicio. Eso sí, la canción de los créditos, Poker Face versión infantil, me encantó. Luego vi Dirty Dancing 2, en versión original, porque me encanta la música y Diego Luna, para qué nos vamos a engañar. Es cierto que tiene películas mejores, y ya que estoy me pongo a recomendar Sólo Quiero Caminar. Es una película extraña donde las haya, pero la historia y todos sus personajes son encomiables y con un final necesario y fascinante.
Ya me gustaría decir esto de algún libro, pero como me leo siempre los mismos y he perdido la ilusión desde que supiera que El Nombre del Viento tiene más partes que aún no han salido y no puedo tenerlas en mis manos, me conformo con hablar de las películas y esperar, impaciente, que la literatura me golpee en cualquier tipo de versión.