{Contrarreloj}
Me encuentro en la barrera temporal entre Julio y Agosto. Que termine un mes no significa mucho, a no ser que el mes que termine sea este que he vivido y no otro: Julio de 2010. Me siento, como ya he dicho anteriormente, interminablemente contenta de poder haber vivido este mes tan maravilloso y espero que el siguiente siga el mismo camino, aunque sé que es imposible.
En Agosto me esperan las despedidas: unas sin mucho contratiempo, incluso deseadas; otras, un poco con nostálgia y con mucha pena; las hay que puede que no quiera llevarlas a cabo, debido a la terrible tristeza que me pueden provocar; también existen aquellas por necesidad, u otras que no esperaba tener que realizar. También me esperan los reencuentros con los familiares, eso que para mà ocurre una vez cada año y que se presenta como todos los años - voy a obviar el calificativo. Y finalmente me esperan los nuevos viajes, a los que estoy empezando a acostumbrarme.
Es cierto que irme de mi casa en el sur, a la de mi hermana en el norte no supone un trayecto ni aventurero ni peligroso, y por supuesto mucho menos trágico, pero si me da la oportunidad de llegar a mi casa y mirarla sin reconocerla, algo que seguramente me sucederá cuando después de meses o un año vuelva a mi hogar. Primero en la TLP, luego esta semana y, finalmente, he decidido que la semana que viene también la pasaré en casa de mi hermana, porque en la mÃa no hago mucho y porque allÃ, por lo menos, tengo más variedad a la hora de querer salir y hacer algo - como mÃnimo, ya tengo un paisaje no conocido.
Ahora mismo estoy viviendo un momento curioso, donde el reloj de Blog marca las 23:04, el de mi ordenador las 0:04 y el de mi móvil la 1:04. Alguna que otra vez habÃa vivido en la semana que dura un año, pero nunca habÃa vivido en el dÃa - o dÃas - que tiene 3 horas distintas. Es como si el tiempo estuviera contándome un chiste gracioso, donde me coloca en un punto medio, inexistente, con dos posibilidades: una hora menos en Canarias y una hora más en la PenÃnsula. Y es que asà me encuentro, ya no estoy en una fusión de Madrid-Tenerife, sino en una encrucijada, porque nunca pensé que hubiera algo en esta isla que pudiera atarme, y de hecho no lo hay...o eso pensaba.
Últimamente también he sido capaz de regodearme al decir "mi casa o mi piso", al decir todas las cosas que tengo que hacer cuando llegue a Madrid, al organizar todos los papeles que tengo que entregar, al mirar mi correo en la universidad. Son tonterÃas, cierto, y en vez de estar teniéndolas en cuenta deberÃa aprovechar mis últimos dÃas aquÃ, pero ya se sabe, que siempre miro para delante como un pollino.
Y sin ánimo de repetirme, ni de decir lo mismo que en la anterior entrada, sólo querÃa agotar este mes que ha sido Julio, con una entrada en su último dÃa y en su última hora, escribir durante un dÃa, durante un mes; sin poder evitar la dualidad y dicotomÃa de mi vida.
En Agosto me esperan las despedidas: unas sin mucho contratiempo, incluso deseadas; otras, un poco con nostálgia y con mucha pena; las hay que puede que no quiera llevarlas a cabo, debido a la terrible tristeza que me pueden provocar; también existen aquellas por necesidad, u otras que no esperaba tener que realizar. También me esperan los reencuentros con los familiares, eso que para mà ocurre una vez cada año y que se presenta como todos los años - voy a obviar el calificativo. Y finalmente me esperan los nuevos viajes, a los que estoy empezando a acostumbrarme.
Es cierto que irme de mi casa en el sur, a la de mi hermana en el norte no supone un trayecto ni aventurero ni peligroso, y por supuesto mucho menos trágico, pero si me da la oportunidad de llegar a mi casa y mirarla sin reconocerla, algo que seguramente me sucederá cuando después de meses o un año vuelva a mi hogar. Primero en la TLP, luego esta semana y, finalmente, he decidido que la semana que viene también la pasaré en casa de mi hermana, porque en la mÃa no hago mucho y porque allÃ, por lo menos, tengo más variedad a la hora de querer salir y hacer algo - como mÃnimo, ya tengo un paisaje no conocido.
Ahora mismo estoy viviendo un momento curioso, donde el reloj de Blog marca las 23:04, el de mi ordenador las 0:04 y el de mi móvil la 1:04. Alguna que otra vez habÃa vivido en la semana que dura un año, pero nunca habÃa vivido en el dÃa - o dÃas - que tiene 3 horas distintas. Es como si el tiempo estuviera contándome un chiste gracioso, donde me coloca en un punto medio, inexistente, con dos posibilidades: una hora menos en Canarias y una hora más en la PenÃnsula. Y es que asà me encuentro, ya no estoy en una fusión de Madrid-Tenerife, sino en una encrucijada, porque nunca pensé que hubiera algo en esta isla que pudiera atarme, y de hecho no lo hay...o eso pensaba.
Últimamente también he sido capaz de regodearme al decir "mi casa o mi piso", al decir todas las cosas que tengo que hacer cuando llegue a Madrid, al organizar todos los papeles que tengo que entregar, al mirar mi correo en la universidad. Son tonterÃas, cierto, y en vez de estar teniéndolas en cuenta deberÃa aprovechar mis últimos dÃas aquÃ, pero ya se sabe, que siempre miro para delante como un pollino.
Y sin ánimo de repetirme, ni de decir lo mismo que en la anterior entrada, sólo querÃa agotar este mes que ha sido Julio, con una entrada en su último dÃa y en su última hora, escribir durante un dÃa, durante un mes; sin poder evitar la dualidad y dicotomÃa de mi vida.
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