Colérica, indignada, masoquista, descentrada.
Imaginativa, desolada, apasionada, desentendida.
Investigadora, participativa, confusa, desengañada.
Capacitada, emocionada, sarcástica, descreída.
Ciertamente, hoy no es un día normal, por así decirlo. Todo esto y unas cuantas cosas más son las que siento en estos instantes *a lo largo del día antes y después de este momento, puedo añadir* en los que escribo una entrada de lo más caótica, ya lo vaticino yo.
Porque estoy sensible, y bien saben algunas que cuando estoy sensible *a pesar de que se me note menos que a mi Darling* me vuelvo un poco loca. Loca en diversos aspectos: loca por hablar, loca por participar, loca por dejar lo importante y moverme en lo entretenido, loca por bailar, loca por hacer streaptese *no me malentiendan*, loca por volar, loca por sentir cosas nuevos, loca por hacer lo que yo quiero, loca de atrevimiento, loca por...bueno, hay cosas que se entienden.
Podría explicar que mi entrada tenía papeletas para que el título fuera todos esos nombres, pero bien sabéis que me mueren los acertijos o más bien, las causas perdidas. Y según algunos entendidos del tema o bien yo soy la causa perdida, o lo es mi temperamento.
Dos días son insuficientes para poner como motivo el tiempo de haber puesto ese título, pero es gracioso como las nimiedades pueden unir personas, y saberme hoy en una situación un tanto inexplicable, de personas que se pierden por los caminos y llegan a temas de conversaciones insospechados *si resulta que, al final, hay que darle las gracias a las optativas*.
Y hoy me gustan varias cosas y otras bien pocas. Me gustaría ir explicándolas *Oh, yeah! Ruth se explica*.
Me gusta saber que puedo compartir opiniones. El logro de una personita con pareceres muy desviados de la realidad, ya sea por magnificencia o por estupidez, que ha logrado compartir *bien pocos, pero soy una personita* pareceres con otros. Es importante el poder compartir cosas con los demás, porque los temas de conversación deben fluir con entretenimiento y cogorza, todos un poco andando en zigzag entre ellos. Ideas borrachas *bien diría Javi que ideas felices*
No me gusta que me guste tropezar dos veces con la misma piedra. Una cosa es que sea consciente de la realidad, de lo nocivo de algunas cosas que se relacionan conmigo, que sepa lo negativo, las consecuencias, lo que puede acarrearme. Y otra muy distinta, aquella que no me gusta y me sorprende, es que me sorprenda imaginando lo que podría suceder tan nocivo con una sonrisa en la cara, como diciendo: "Qué malo que sería esto, pero como me gusta...". Por favor, que alguien me lo explique.
Me gusta asumir mis defectos, o no tan defectos. Es positivo ver los defectos de uno mismo y analizar qué defectos pueden ser, al fin y al cabo, pequeñas cosas que no son tan malas como uno cree al principio. Después de eso, me siento feliz *más y más y más feliz* al descubrir que esos defectos ya no son defectos y que puedo disfrutar con ellos el doble que antes.
No me gusta que se gusten los demás. Ególatras hay muchos, bastantes somos ya los que nos creemos los más chachis *chachos, chachas* del lugar. No hay más espacio, el hueco en el cielo del dicho es para poquitos, y los descreídos se pueden quedar ahí, en su descontento. Hay que saber analizar quien puede creerse mejor y quien peor.
Por un lado, los hay que somos así por genética, que sin remedio *o a través de unas técnicas que tengo que evaluar* tenemos un temperamento que nos lleva al egocentrismo.
Por otro lado, los hay que a base de sus cualidades y méritos, se hacen un hueco entre los vanidosos para aspirar al cielo, posiblemente nosotros los que ya andábamos por allí dejemos sitio para estas personas, porque se lo merecen *un poco apiladitos, sí, pero...¡donde caben dos, caben tres!*.
Por último, están aquellos *a los cuales he clasificado ahora, porque no los conocía* que han desarrollado la habilidad de descubrir ocho veces América. Son fáciles de localizar: son los que creen que las cosas que hacen ahora no ha sido nadie capaz de hacerlas *por supuesto, esto es mentira*, que esas cosas son de una grandeza esplendorosa, porque como ya dije son nuevas en el mundo; y que, independientemente de que averigüen que esos descubrimientos ya no son tan novedosos, siguen pensando que su mente es algo ajeno a esta realidad y que deberían ser considerados dioses.
Que Dios nos libre de que esta gente se nos suba a la chepa, ¡porque bien poco puede hacer con nosotros los coléricos quitándole el puesto!
Porque estoy sensible, y bien saben algunas que cuando estoy sensible *a pesar de que se me note menos que a mi Darling* me vuelvo un poco loca. Loca en diversos aspectos: loca por hablar, loca por participar, loca por dejar lo importante y moverme en lo entretenido, loca por bailar, loca por hacer streaptese *no me malentiendan*, loca por volar, loca por sentir cosas nuevos, loca por hacer lo que yo quiero, loca de atrevimiento, loca por...bueno, hay cosas que se entienden.
Podría explicar que mi entrada tenía papeletas para que el título fuera todos esos nombres, pero bien sabéis que me mueren los acertijos o más bien, las causas perdidas. Y según algunos entendidos del tema o bien yo soy la causa perdida, o lo es mi temperamento.
Dos días son insuficientes para poner como motivo el tiempo de haber puesto ese título, pero es gracioso como las nimiedades pueden unir personas, y saberme hoy en una situación un tanto inexplicable, de personas que se pierden por los caminos y llegan a temas de conversaciones insospechados *si resulta que, al final, hay que darle las gracias a las optativas*.
Y hoy me gustan varias cosas y otras bien pocas. Me gustaría ir explicándolas *Oh, yeah! Ruth se explica*.
Me gusta saber que puedo compartir opiniones. El logro de una personita con pareceres muy desviados de la realidad, ya sea por magnificencia o por estupidez, que ha logrado compartir *bien pocos, pero soy una personita* pareceres con otros. Es importante el poder compartir cosas con los demás, porque los temas de conversación deben fluir con entretenimiento y cogorza, todos un poco andando en zigzag entre ellos. Ideas borrachas *bien diría Javi que ideas felices*
No me gusta que me guste tropezar dos veces con la misma piedra. Una cosa es que sea consciente de la realidad, de lo nocivo de algunas cosas que se relacionan conmigo, que sepa lo negativo, las consecuencias, lo que puede acarrearme. Y otra muy distinta, aquella que no me gusta y me sorprende, es que me sorprenda imaginando lo que podría suceder tan nocivo con una sonrisa en la cara, como diciendo: "Qué malo que sería esto, pero como me gusta...". Por favor, que alguien me lo explique.
Me gusta asumir mis defectos, o no tan defectos. Es positivo ver los defectos de uno mismo y analizar qué defectos pueden ser, al fin y al cabo, pequeñas cosas que no son tan malas como uno cree al principio. Después de eso, me siento feliz *más y más y más feliz* al descubrir que esos defectos ya no son defectos y que puedo disfrutar con ellos el doble que antes.
No me gusta que se gusten los demás. Ególatras hay muchos, bastantes somos ya los que nos creemos los más chachis *chachos, chachas* del lugar. No hay más espacio, el hueco en el cielo del dicho es para poquitos, y los descreídos se pueden quedar ahí, en su descontento. Hay que saber analizar quien puede creerse mejor y quien peor.
Por un lado, los hay que somos así por genética, que sin remedio *o a través de unas técnicas que tengo que evaluar* tenemos un temperamento que nos lleva al egocentrismo.
Por otro lado, los hay que a base de sus cualidades y méritos, se hacen un hueco entre los vanidosos para aspirar al cielo, posiblemente nosotros los que ya andábamos por allí dejemos sitio para estas personas, porque se lo merecen *un poco apiladitos, sí, pero...¡donde caben dos, caben tres!*.
Por último, están aquellos *a los cuales he clasificado ahora, porque no los conocía* que han desarrollado la habilidad de descubrir ocho veces América. Son fáciles de localizar: son los que creen que las cosas que hacen ahora no ha sido nadie capaz de hacerlas *por supuesto, esto es mentira*, que esas cosas son de una grandeza esplendorosa, porque como ya dije son nuevas en el mundo; y que, independientemente de que averigüen que esos descubrimientos ya no son tan novedosos, siguen pensando que su mente es algo ajeno a esta realidad y que deberían ser considerados dioses.
Que Dios nos libre de que esta gente se nos suba a la chepa, ¡porque bien poco puede hacer con nosotros los coléricos quitándole el puesto!
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