
{El cine entra en crisis (¡Y por fin vi Crepúsculo!)}
Recuerdo con anterioridad los años de mi infancia en los que iba a ver películas al cine. Hoy en día, no sé si se debe a mi falta de atención o a mi mente olvidadiza, no recuerdo si me fascinaba ir al cine o iba por el simple hecho de hacer algo diferente durante los días de pleitesía. Mas algo de lo que me acuerdo, es de la similitud de la pantalla del cine con la del televisor. Antes de cada película, solían poner unos cuantos anuncios típicos de televisión.
Para suerte de aquellos que no disfrutan viendo anuncios, eso dejó de suceder con el paso de los años y sólo se limitaban a anuncios de estrenos de cine, nada de natillas, ni de compañías telefónicas, ni lugares para visitar…
Ayer, queridos lectores, fui al cine. Para las mentes avispadas, toda la anterior introducción les ha descubierto lo que diré a continuación: han vuelto a poner anuncios de tele en el cine.
Parecen mucho más aburridos, será por el hecho de que pretendes ver la película cuanto antes y que te dejen de colgar anuncios inservibles. Eso me ha recordado mis momentos de la infancia y he pensado… ¿A qué se debe este nuevo cambio? ¿Será como la ropa, que todo lo viejo se vuelve a poner de moda?
Pero teniendo en cuenta los tiempos que corren y seguirán corriendo, a modo de maratón interminable, me he fabricado una descabellada hipótesis de la que mi madre y hermana ya se han intentado encargar de refutar.
El cine está en crisis.
No está en crisis porque esto del dinero lo lleve mal, sino que es una consecuencia de las consecuencias de la crisis. Veréis, el mercado está muy mal y el trabajo peor. Debido a esto, a la gente le va muy mal y como el dinero no llega a casa por la falta o inexistencia de trabajo, tienen que ir apurando dinerillo (típico reportaje de noticias veraniegas en la que la gente resignada, cuenta con tristeza que otro año más se quedan sin vacaciones). Esto provoca que no haya dinero ni para ir al cine, que señores, ¡cómo de caro está el cine! Ahora que lo pienso, otro síntoma de crisis…
Al meollo de la cuestión. La gente no va al cine, por lo que los cines no recogen dinero o no tanto como en años anteriores, donde lo de la industria del cine sufrió un éxtasis irrefrenable de adrenalina. Si el cine no recoge dinero, deberá sufragarlo de otra manera. ¿Cómo?
A parte del dinero de las entradas, ese gran asesinato donde en un intercambio de papeles tipo entrada-billete en el que nacen sensaciones tan desgarradoras como la casual ligereza de los bolsillos o un ojo rodando por el empedrado; está también el mundo publicitario. Por esa cuestión, el cine vuelve a incorporar en sus salas los anuncios, para ir sacando dinero de alguna parte.
En el cine, vi Crepúsculo. Es la primera película de la que todas mis amigas estaban enamoradas y las traía de cabeza. También la única de la que me he puesto a hablar con ellas locamente emocionada sin haberla visto (lo que hace la lectura, que sepas del cine y viceversa). Pero finalmente la vi y aunque una peli nunca es un libro, creo que han hecho un trabajo respetable.
No quiero profundizar en esto, ya que no soy crítica de cine y no quiero que luego todo el mundo diga “Crepúsculo: detestable”. Eso no me preocupa, ya que yo la disfrute como niña pequeña con chupita. Esperando ansiosa, como pasa con toda saga de libros-películas, la nueva parte. O si no, rezar porque Meyer decida continuar con Midnight Sun.
Harry Potter y el Misterio del Príncipe (el Príncipe Mestizo para los que detestamos las traducciones de Salamandra) se iba a estrenar en Noviembre, finales creo. De esto nació una nueva hipótesis, creo que más posible, en la que no me cabe la menor duda de que han pospuesto el estreno para fechas menos peligrosas. Daría mi dedo meñique de la seguridad que tengo al decir, que temían (y con razón) que Crepúsculo restaría ceros en sus ingresos, ya que la gente se dividiría para ir al cine entre ambas películas. Cabe la posibilidad de que fueran a ver las dos, pero como estamos en crisis…
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