{Alguien como Susan}
Todos queremos alguna vez a alguien como Susan. La queremos para nosotros, muy a nuestro pesar, de manera indefinida pero siempre definitiva. Queremos tenerla a ella, a alguien similar, en nosotros mismos, en otra persona nada más. Es como un soplo de sensación, una llama que se enciende en ninguna parte, que nos inunda de ese deseo de tener a Susan.
Susan es inocente en apariencia, nadie sabe de dónde vino, pero ella se encarga de contar qué es lo que quiere y a dónde va en cada momento. Es pÃcara frente a la cámara, y frente a cualquiera que la mire lo suficiente y con demasiada intensidad. Es capaz de detectar el deseo, y de hacerse desear.
Susan es tranquila, inapelable, relajada y contundente. No conoce la palabra presión y desconoce la tristeza. Deambula entre los quehaceres de la gente desapasionada y sentencia con contundencia a quienes tienen demasiada prisa o mucho estrés como para percatarse de las cosas inocuas de alrededor.
De todo lo invariable en el mundo, Susan pertenece a ese conjunto. Imperturbable, tenaz, inteligente. Visualiza lo que puede acontecer y actúa en consecuencia, nunca da un paso en falso a no ser que con ello consiga resultado alguno.
Al final, después de todo, Susan sólo es una persona que visita el mundo y que no encuentra regusto en él, no encuentra complicidad, compatibilidad, ni un estado letárgico que le permita permanecer en un mismo sitio demasiado tiempo. Se pierde entre las rutas buscando algo de igualidad en su ser. Y por ello, Susan en una sensación, un pensamiento y anhelo. Nunca está en nuestras vidas porque no permanece mucho tiempo en el mismo sitio.
Pero, después de todo, todos queremos alguna Susan, pues todos apreciamos alguna de sus cualidades, que no son sino una extensión de caracterÃsticas, que no son más que ella misma, más que la personalidad generalizada de una mente en deriva.
Susan es inocente en apariencia, nadie sabe de dónde vino, pero ella se encarga de contar qué es lo que quiere y a dónde va en cada momento. Es pÃcara frente a la cámara, y frente a cualquiera que la mire lo suficiente y con demasiada intensidad. Es capaz de detectar el deseo, y de hacerse desear.
Susan es tranquila, inapelable, relajada y contundente. No conoce la palabra presión y desconoce la tristeza. Deambula entre los quehaceres de la gente desapasionada y sentencia con contundencia a quienes tienen demasiada prisa o mucho estrés como para percatarse de las cosas inocuas de alrededor.
De todo lo invariable en el mundo, Susan pertenece a ese conjunto. Imperturbable, tenaz, inteligente. Visualiza lo que puede acontecer y actúa en consecuencia, nunca da un paso en falso a no ser que con ello consiga resultado alguno.
Al final, después de todo, Susan sólo es una persona que visita el mundo y que no encuentra regusto en él, no encuentra complicidad, compatibilidad, ni un estado letárgico que le permita permanecer en un mismo sitio demasiado tiempo. Se pierde entre las rutas buscando algo de igualidad en su ser. Y por ello, Susan en una sensación, un pensamiento y anhelo. Nunca está en nuestras vidas porque no permanece mucho tiempo en el mismo sitio.
Pero, después de todo, todos queremos alguna Susan, pues todos apreciamos alguna de sus cualidades, que no son sino una extensión de caracterÃsticas, que no son más que ella misma, más que la personalidad generalizada de una mente en deriva.
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