{3 semanas}
Con ánimo de animar, tal y como prometí, la promesa que un día hice de animar este blog, me he dispuesto a escribir hoy, a modo de crónica y lo que termine siendo, lo que han sido estas tres últimas semanas de odisea en mi vida.
Tres semanas en las que he abandonado el dulce hogar, el dulce repancho, el dulce instituto, y mil cosas más que eran tan dulces y acostumbradas, que ahora cuando todo es agrio, echo bastante de menos.
Echo de menos mi casa, porque ahí está mi familia, mi cuarto, mi día a día, mi acostumbrada vida en la que veía muchas series y películas, en la que se me pasaban las horas en un torbellino de rutina nada rutinario y, alrededor de esa casa, se sucedía mi vida. Ahora tengo un piso, donde los primeros días se me antojó el por de los males y al que me he ido adaptando, viendo aquí y allá cosas que me gustan, creándome una propia rutina que me haga volver a la sempiterna "normalidad" de mi nuevo hogar.
Echo de menos el repancho, el tener tardes que me aburría de aburrirme. A pesar de tener más cosas que hacer por aquí, teniendo que ocuparme de mí misma y demás, es lo que menos echo de menos. Porque los fines de semana sí que tengo mis momentos de repancho, y aquí se me ocurren más cosas para suplir el aburrimiento.
Echo de menos el instituto...y esto está bastante claro. Nunca tuve que pasarme cuatro horas diarias haciendo tareas y estudiando. De hecho, creo que ni prestaba atención en clase. Me queda un poco lejano y, aunque pueda sorprender, me entretengo haciendo tareas y ejercicios, pasando apuntes y estudiando. Se nota que acabo de empezar y todavía no estoy saturada. Pero ya he visto mi calendario de Octubre.
Pero Madrid también tiene sus cosas positivas. Me gusta andar por las mañanas de camino a la parada, y de la parada a la Universidad. Me gustan los viajes en metro, y ver cómo la gente lee. Me gusta entender las cosas que doy, a pesar de que las tenga que entender en mi casa después de meditar una hora. Me gusta cocinar, y probar cosas en la cocina. Me gusta el tiempo que hace, de momento, y que pueda presentir el futuro frío que pasaré. Me gusta ver todos los días al camarero del bar-restaurante saludarme. Me gusta abrir el buzón para ver si tengo correo. Me gusta mirar los carteles del metro, y sorprenderme con actividades a las que quiero ir.
Seguramente me gustarán muchas más cosas, pero de momento lo único que me gusta es que ha terminado el verano, y que en Otoño me puede esperar cualquier cosa. Y sólo llevo tres semanas.
Tres semanas en las que he abandonado el dulce hogar, el dulce repancho, el dulce instituto, y mil cosas más que eran tan dulces y acostumbradas, que ahora cuando todo es agrio, echo bastante de menos.
Echo de menos mi casa, porque ahí está mi familia, mi cuarto, mi día a día, mi acostumbrada vida en la que veía muchas series y películas, en la que se me pasaban las horas en un torbellino de rutina nada rutinario y, alrededor de esa casa, se sucedía mi vida. Ahora tengo un piso, donde los primeros días se me antojó el por de los males y al que me he ido adaptando, viendo aquí y allá cosas que me gustan, creándome una propia rutina que me haga volver a la sempiterna "normalidad" de mi nuevo hogar.
Echo de menos el repancho, el tener tardes que me aburría de aburrirme. A pesar de tener más cosas que hacer por aquí, teniendo que ocuparme de mí misma y demás, es lo que menos echo de menos. Porque los fines de semana sí que tengo mis momentos de repancho, y aquí se me ocurren más cosas para suplir el aburrimiento.
Echo de menos el instituto...y esto está bastante claro. Nunca tuve que pasarme cuatro horas diarias haciendo tareas y estudiando. De hecho, creo que ni prestaba atención en clase. Me queda un poco lejano y, aunque pueda sorprender, me entretengo haciendo tareas y ejercicios, pasando apuntes y estudiando. Se nota que acabo de empezar y todavía no estoy saturada. Pero ya he visto mi calendario de Octubre.
Pero Madrid también tiene sus cosas positivas. Me gusta andar por las mañanas de camino a la parada, y de la parada a la Universidad. Me gustan los viajes en metro, y ver cómo la gente lee. Me gusta entender las cosas que doy, a pesar de que las tenga que entender en mi casa después de meditar una hora. Me gusta cocinar, y probar cosas en la cocina. Me gusta el tiempo que hace, de momento, y que pueda presentir el futuro frío que pasaré. Me gusta ver todos los días al camarero del bar-restaurante saludarme. Me gusta abrir el buzón para ver si tengo correo. Me gusta mirar los carteles del metro, y sorprenderme con actividades a las que quiero ir.
Seguramente me gustarán muchas más cosas, pero de momento lo único que me gusta es que ha terminado el verano, y que en Otoño me puede esperar cualquier cosa. Y sólo llevo tres semanas.
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