{Amiguismo}
Todavía permanezco en la Lan Party y ya han acudido a mí ideas para nada satisfactorias. Durante esta semana había logrado alejar de mi los perniciosos comentarios y las sospechas taimadas que me surgen con constancia cuando me veo rodeada de personas que no gozan de mi confianza, a pesar de la estrecha relación que podamos mantener.
Ha sido una semana bastante divertida donde me he permitido olvidarme de toda la paranoia a la que acudo y pensar, por un momento, que todo lo que me invento sin sentido es sólo eso: una invención. Pero ya estamos a su conclusión y el cúmulo de cosas pasadas por alto ha hecho que me de cuenta de una verdad y es que nada puede pasarse por alto cuando está tan presente. Es como querer ignorar a una persona cuando la tienes delante de tus narices, o no querer decepcionarte cuando tus ilusiones, por muy bobas que sean, se ven truncadas por factores comprensibles.
Sin embargo, yo sé animarme bastante bien aunque me guste más permanecer en una depresión constante. Con esto no quiero que nadie intente encasillarme en el victimismo que yo siempre he aborrecido y afirmado que padecen las personas; porque yo no alardeo de mis desgracias ni me gusta que la gente perciba lo hundida que me hago estar. Hoy es otro día, no poque esta semana me haya encantado estar lejos de mis locuras, sino porque no tengo ni las ganas ni la necesidad de permanecer siendo la imbécil que se calla sus comentarios. Acuso, hiero, padezco y hago padecer, pero por encima de todo soy entera y sincera; no me ando con miramientos y los enfados o las caras de desaprobación me importan menos que la soledad.
Y ahora me voy a embarcar en una empresa arriesgada, la de hacer exactamente lo que quiero porque tengo la posibilidad de pasar desapercibida o de, por lo menos, conseguir que la gente se olvide de mí después de hacer lo que me da la santa gana.
Ha sido una semana bastante divertida donde me he permitido olvidarme de toda la paranoia a la que acudo y pensar, por un momento, que todo lo que me invento sin sentido es sólo eso: una invención. Pero ya estamos a su conclusión y el cúmulo de cosas pasadas por alto ha hecho que me de cuenta de una verdad y es que nada puede pasarse por alto cuando está tan presente. Es como querer ignorar a una persona cuando la tienes delante de tus narices, o no querer decepcionarte cuando tus ilusiones, por muy bobas que sean, se ven truncadas por factores comprensibles.
Sin embargo, yo sé animarme bastante bien aunque me guste más permanecer en una depresión constante. Con esto no quiero que nadie intente encasillarme en el victimismo que yo siempre he aborrecido y afirmado que padecen las personas; porque yo no alardeo de mis desgracias ni me gusta que la gente perciba lo hundida que me hago estar. Hoy es otro día, no poque esta semana me haya encantado estar lejos de mis locuras, sino porque no tengo ni las ganas ni la necesidad de permanecer siendo la imbécil que se calla sus comentarios. Acuso, hiero, padezco y hago padecer, pero por encima de todo soy entera y sincera; no me ando con miramientos y los enfados o las caras de desaprobación me importan menos que la soledad.
Y ahora me voy a embarcar en una empresa arriesgada, la de hacer exactamente lo que quiero porque tengo la posibilidad de pasar desapercibida o de, por lo menos, conseguir que la gente se olvide de mí después de hacer lo que me da la santa gana.
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