Bueno, quería escribir unas palabras antes de abandonar el Blog durante una semana, pero como me han venido a la cabeza tantas cosas, pues he decidido hablar un poco de todo. Que si se puede, se hace.
Anoche fue la hoguera de San Juan. Mis únicas vivencias con respecto a este fuego fiestero fueron las de hacer la típica hoguera del barrio o pueblito, con los vecinos y poco más. Ayer se me presentó una velada con los compañeros de clase, una bonita forma de despedirme de unos cuantos sin decir adiós y una buena forma de pasar el tiempo con los que todavía permanezcan a mi lado. Sucedieron unas cuantas cosas graciosas que me guardaré para mí, porque no pueden llegar a los oídos ni ojos de unos lectores cotidianos de este lugar. Obviando los espectáculos finales y los bochornos pasados de rosca, fue un gran día con las personas adecuadas.
Durante estos días que voy a permanecer en Madrid, voy a tener tiempo para decidir mi futuro. Si bien es cierto que viajo porque mi futuro ya está decidido y tengo que atar los cabos para que no se vaya a ningún sitio, todavía me quedan cuentas pendientes en los próximos meses. Se me presenta un viaje enriquecedor y lleno de alegría, la sola mención de Madrid me hace emocionarme, aunque sea un poco incoherente que me pueda fascinar ir de viaje a una ciudad. Pero el viaje también presenta sus incomodidades, ya sea el hecho de tener que tomar estas decisiones, o de buscar una viviendo entre la marabunda de edificios, líneas de metro con sentido, etc.
Sin duda esto no me estaría rondando de no ser por los últimos acontecimientos y características poco agraciadas de unos pocos que me han sorprendido negativamente. La personalidad humana sufre de cambios constantes, tan increíbles y desprevenidos, que hasta a los propios dueños les pilla de sopetón. No sé si alguien se habrá dado cuenta, ni siquiera sé si yo lo he notado, pero la gente sorprende. Mientras unos pocos nos creemos emplazados en un lugar privilegiado de conocer ciertas situaciones o tener un pensamiento distinto con respecto a otros, esos otros se encuentran en nuestra misma situación, conocedores de esas circunstancias o por lo menos cómplices de nuestras ideas.
Así que, al final, descubrimos que todos pensamos lo mismo sobre lo mismo, y que otros tantos piensan lo mismo de aquello, a la vez que hacen pensar a los demás que no. Moraleja: silencio. Nadie es tan bueno como para actuar siempre sin fallar en su guión.
Anoche fue la hoguera de San Juan. Mis únicas vivencias con respecto a este fuego fiestero fueron las de hacer la típica hoguera del barrio o pueblito, con los vecinos y poco más. Ayer se me presentó una velada con los compañeros de clase, una bonita forma de despedirme de unos cuantos sin decir adiós y una buena forma de pasar el tiempo con los que todavía permanezcan a mi lado. Sucedieron unas cuantas cosas graciosas que me guardaré para mí, porque no pueden llegar a los oídos ni ojos de unos lectores cotidianos de este lugar. Obviando los espectáculos finales y los bochornos pasados de rosca, fue un gran día con las personas adecuadas.
Durante estos días que voy a permanecer en Madrid, voy a tener tiempo para decidir mi futuro. Si bien es cierto que viajo porque mi futuro ya está decidido y tengo que atar los cabos para que no se vaya a ningún sitio, todavía me quedan cuentas pendientes en los próximos meses. Se me presenta un viaje enriquecedor y lleno de alegría, la sola mención de Madrid me hace emocionarme, aunque sea un poco incoherente que me pueda fascinar ir de viaje a una ciudad. Pero el viaje también presenta sus incomodidades, ya sea el hecho de tener que tomar estas decisiones, o de buscar una viviendo entre la marabunda de edificios, líneas de metro con sentido, etc.
Sin duda esto no me estaría rondando de no ser por los últimos acontecimientos y características poco agraciadas de unos pocos que me han sorprendido negativamente. La personalidad humana sufre de cambios constantes, tan increíbles y desprevenidos, que hasta a los propios dueños les pilla de sopetón. No sé si alguien se habrá dado cuenta, ni siquiera sé si yo lo he notado, pero la gente sorprende. Mientras unos pocos nos creemos emplazados en un lugar privilegiado de conocer ciertas situaciones o tener un pensamiento distinto con respecto a otros, esos otros se encuentran en nuestra misma situación, conocedores de esas circunstancias o por lo menos cómplices de nuestras ideas.
Así que, al final, descubrimos que todos pensamos lo mismo sobre lo mismo, y que otros tantos piensan lo mismo de aquello, a la vez que hacen pensar a los demás que no. Moraleja: silencio. Nadie es tan bueno como para actuar siempre sin fallar en su guión.
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