{Encontramos otro Edward}
No todo son mangas verdes a buenas horas, ni ayudas divinas si madrugas. Probablemente lo menos aconsejable sea meterse con un pelirrojo o ser avaricioso y romper el saco. Pero en una cosa se equivocaron los refranes y los dichos: no hay mal que por bien no venga. Y lo he descubierto, he descubierto un mal que viene a través de otro. Si ya decÃan varias personas que los refranes siempre tienen su contradicción.
Hemos encontrado otro Edward
Otro, no como un segundo, tal vez como un tercero, cuarto, quinto…a saber, con la de Edwards que están apareciendo hoy en dÃa en el mundo y, por qué no decirlo, en el universo.
Amigos, bienvenidos a la nave del misterio. Hoy haremos un recorrido por los distintos Edwards más influyentes en mi vida o por lo menos los que forman parte de ella.
El primero de ellos, como negarlo, es el archiconocido Edward Cullen, o Robert Pattinson para las fans desmadradas que no entienden que el actor no es el protagonista. Ese ser de ocho centÃmetros polvos talco al que ya le dediqué un par de entradas vapuleadoras: una para dejarlo morir en comparación (siempre son malas) con Taylor Laurent, actor que interpreta a Jacob Black; y otra en mi movimiento Anti “Tuailait”.
El segundo, tirando por la misma rama, es el menos conocido pero más amado por mÃ, Edward Cullei, famoso por las parodias de InuDanna en el que vemos a un hombre martirizado por una Bella con doble personalidad, una hermana menopáusica y unas ansias de emo invertido por asesinar a la protagonista.
El tercero en discordia es mi perrito en miniatura de peluche navideño. El nombre puesto por Anett, y se lo perdonamos únicamente porque no lo hizo con la intención de ponerme un Edward en mi vida, sino porque es más de Edward Scissorhands (o eso quiero creer yo).
Y el último es ese mal que ha llegado a través de otro mal. Es como ver a Mr. Potatoe con la boca en la nariz, como ver un ratón asustando al elefante, como ver a Leo prestando atención en Matemáticas: patético. Él es: el Edward Cullen español.
Aquà está, ha llegado, residente de la isla de Tenerife, en las Canarias, España. Pasando desapercibido durante toda su vida hasta que una tal Meyer decidió escribir sobre un personaje que era su clon, eran los dos o ninguno, como el pan sin la mantequilla o yo sin bolso.
Su comportamiento, en un principio, pasa desapercibido para toda alma en pena que vigile. Pero es que el parecido es imperceptible excepto para aquellos que ya han visto el parecido (La Isla de Muerta versionada, copyright Piratas del Caribe), mas una vez te lo descubren, es inevitable aceptar que el Edward Cullen español se merece su tÃtulo.
Sus parecidos van desde el gusto por las artes, porque este Edward también puede denominarse como Picasso; pasando por un control total sobre los pensamientos del resto de mentes del mundo, y terminando por unos momentos de soledad para alejarse de las personas y asà no asesinar a nadie con sus súper instintos vampÃricos.
Pero en otras ocasiones, lo puedes encontrar mirando hacia el paisaje, contemplando las vastas extensiones de terreno que nos rodean mientras otros se centran en las cosas banales. Porque puede que en realidad sólo sea un parecido, pero es que parece un vampiro de verdad que ha recorrido mundo durante sus trescientos años de vida y que ahora ha decidido quedarse en un lugar, esperando a su amada…
Ahora que lo pienso, ¿lo hemos visto a la luz del Sol? SÃ, pero bueno, si Meyer fue capaz de destrozar a los vampiros, ¿por qué no pueden destrozarse también los vampiros de Meyer?
Hemos encontrado otro Edward
Otro, no como un segundo, tal vez como un tercero, cuarto, quinto…a saber, con la de Edwards que están apareciendo hoy en dÃa en el mundo y, por qué no decirlo, en el universo.
Amigos, bienvenidos a la nave del misterio. Hoy haremos un recorrido por los distintos Edwards más influyentes en mi vida o por lo menos los que forman parte de ella.
El primero de ellos, como negarlo, es el archiconocido Edward Cullen, o Robert Pattinson para las fans desmadradas que no entienden que el actor no es el protagonista. Ese ser de ocho centÃmetros polvos talco al que ya le dediqué un par de entradas vapuleadoras: una para dejarlo morir en comparación (siempre son malas) con Taylor Laurent, actor que interpreta a Jacob Black; y otra en mi movimiento Anti “Tuailait”.
El segundo, tirando por la misma rama, es el menos conocido pero más amado por mÃ, Edward Cullei, famoso por las parodias de InuDanna en el que vemos a un hombre martirizado por una Bella con doble personalidad, una hermana menopáusica y unas ansias de emo invertido por asesinar a la protagonista.
El tercero en discordia es mi perrito en miniatura de peluche navideño. El nombre puesto por Anett, y se lo perdonamos únicamente porque no lo hizo con la intención de ponerme un Edward en mi vida, sino porque es más de Edward Scissorhands (o eso quiero creer yo).
Y el último es ese mal que ha llegado a través de otro mal. Es como ver a Mr. Potatoe con la boca en la nariz, como ver un ratón asustando al elefante, como ver a Leo prestando atención en Matemáticas: patético. Él es: el Edward Cullen español.
Aquà está, ha llegado, residente de la isla de Tenerife, en las Canarias, España. Pasando desapercibido durante toda su vida hasta que una tal Meyer decidió escribir sobre un personaje que era su clon, eran los dos o ninguno, como el pan sin la mantequilla o yo sin bolso.
Su comportamiento, en un principio, pasa desapercibido para toda alma en pena que vigile. Pero es que el parecido es imperceptible excepto para aquellos que ya han visto el parecido (La Isla de Muerta versionada, copyright Piratas del Caribe), mas una vez te lo descubren, es inevitable aceptar que el Edward Cullen español se merece su tÃtulo.
Sus parecidos van desde el gusto por las artes, porque este Edward también puede denominarse como Picasso; pasando por un control total sobre los pensamientos del resto de mentes del mundo, y terminando por unos momentos de soledad para alejarse de las personas y asà no asesinar a nadie con sus súper instintos vampÃricos.
Pero en otras ocasiones, lo puedes encontrar mirando hacia el paisaje, contemplando las vastas extensiones de terreno que nos rodean mientras otros se centran en las cosas banales. Porque puede que en realidad sólo sea un parecido, pero es que parece un vampiro de verdad que ha recorrido mundo durante sus trescientos años de vida y que ahora ha decidido quedarse en un lugar, esperando a su amada…
Ahora que lo pienso, ¿lo hemos visto a la luz del Sol? SÃ, pero bueno, si Meyer fue capaz de destrozar a los vampiros, ¿por qué no pueden destrozarse también los vampiros de Meyer?
1 huellitas