{Juguemos a Satisfacer}
Te propongo volvernos locos, sumirnos en la agonÃa y dejarnos llevar por las pasiones, las malas pasiones, para terminar en una espiral sinsentido donde el más inteligente es el que paga por la ignorancia.
Juguemos a ser cometas, marionetas del mundo y del tiempo, donde cada sonrisa es un anhelo, donde cada palabra mal dicha es una condena, donde las horas se hacen eternas.
Juguemos a ser comandantes, navegantes de una nave rin rumbo ni destino, observando el horizonte sin poder distinguir la lÃnea que separa el nerviosismo de la hartura.
Juguemos a ser hipócritas, mentes maquinando la posibilidad de ser los mejores en algo, de levantar la voz más que el otro para asà demostrar una autoridad inventada, una autoridad sólo imaginada que les deja en un renglón más bajo.
Juguemos a ser cariñosos, a olvidar todo lo pasado y darnos cuenta de lo errado; a creer, ilusamente, que todos pueden ser tan pesados, tan inútiles o tan pasmados, de caer en las redes de una vÃbora escrupulosa, que no discierne entre una palabra sentenciera y una mirada asesina.
Juguemos a ser valientes, a arriesgarlo todo a una sola mano y perder la partida, y cuando todo el mundo lo daba por terminado, sacar el comodÃn y ganar el mundo.
Juguemos a ser bailarines, al son de los que marcan la diferencia, al compás de las palabras intencionadas, al ritmo de los entendidos, pues sólo asà podremos ser especiales, ya que de la mediocridad es imposible salir.
Juguemos a ser fotógrafos, representando el mundo que nos rodea, reflejando realidades alternativas, soñando con futuros próximos en momentos de soledad, consiguiendo, tan sólo un momento, que el peor de los dÃas se convierta en la más graciosa de las tardes.
Juguemos a ser psicólogos, analizando el mundo en busca de la pista adecuada que nos abra el camino de las dimensiones desconocidas, descifrando con altanerÃa los misteriosos designios sin saber, ni tan siquiera suponer, que lo que no se conoce no se puede analizar.
Juguemos a ser manipuladores, y a ser manipulados, ya que constantemente el manipulado se ve incapaz de serlo, y el manipulador la mayorÃa de las veces no puede hacerlo.
Juguemos a ser malvados, a comportarnos como nadie lo hizo, a decir lo que nadie pensó y a actuar de la manera más impropia, poniendo a prueba los carácteres más débiles y afrontando las consecuencias.
Juguemos a ser hiperactivos, a recorrer los caminos sin un atisbo de cansancio, ya que éste se ha arraigado en el cuerpo y forma parte del dÃa a dÃa, haciéndose fuerte pero pasajero.
Juguemos a ser envidiosos, a envidiar a las cometas, los comandantes, los hipócritas y cariñosos; los valientes, bailarines, fotógrafos y psicólogos; manipuladores, malvados hiperactivos y, por qué no, envidiosos.
Y, faltarÃa más, juguemos a satisfacer. A cumplir la voluntad de alguien, a dejarnos caer en su merced, a no pensar en nada más que en el placer, sentir sin ánimo de ofender, soñar, volar. Satisfacer las ganas de aprender con los demás, de sentir las situaciones que no querÃas ver, de admirar los momentos que no pudieron ser, de ver las oportunidades siempre presentes e ir a por ellas rotundamente.
Te propongo volvernos locos, sumirnos en la agonÃa y dejarnos llevar por las pasiones, las extremas pasiones, para terminar consumando los sentimientos en un torbellino de ideas donde, el que sea capaz de recopilarlas, estará saciado.
Te propongo algo: satisfáceme.
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