Igual


Me gusta escribir en el móvil cuando camino. Y camino mucho. Tengo como un doctorado en escribir a la vez que ando, y a una velocidad decente, no a velocidad de taca-taca como la mayoría de los seres madrileños. Claro que eso no me libra de los desniveles de la calle. Supongo que de eso no me libro ni mirando al frente, o al suelo. Es lo que tienen los desniveles para la gente que no levantamos los pies al andar, son trampas de bruces.

Me hago el mismo camino todos los días. Solo para coger el metro en un sitio diferente a donde podría cogerlo. No es realmente eficiente, pero la realidad es que andar es como quedar con los colegas para mí, últimamente por lo menos. Me paso el día entero encerrada en algún edificio, en una mesa bien grande o estrechita, dependiendo del ánimo, estudiando para aprender los símiles de la magia o sobre materiales que no me interesan. No me apetece especialmente encerrarme en el metro cuando puedo irme a casa, por lo que andar hace las veces de vitalidad: veo la luz de las farolas y respiro aire contaminado (supongo que mientras haya una variación con respecto al aire cargado ya está bien).

He descubierto una cosa esta semana. Más bien me he redescubierto. Siempre fui una ratilla de biblioteca, aunque nunca pisé una hasta la universidad, cosa que últimamente he vuelto a recuperar. Puede que solo sea cuestión de tiempo, depende de los días o de las alineaciones estelares. Igual es todo mentira y me quiero hacer la que no soy. Me alegra saber que me he redescubierto gracias a unos estudios que nunca quise realizar y que, a pesar del tedio que me suponen y el esfuerzo para evitar suicidarme, me están gustando cada día más. Es bueno que después de cinco años por fin lo haya logrado. Al final te termina gustando lo que no pensabas hacer y aborreces lo que ya has hecho y te tenía que gustar. Es divertido.

Estos días hice un test para comprobar mi ineptitud multidisciplinar. No valgo para hacer muchas cosas, pero tampoco es algo que me preocupe. He visto alcantarillas cuadradas y no he entendido muchas cosas, supongo que eso a Google no debe importarle. Igual piensa en grande, en cómo deberían ser las personas para llegar a ser arcángeles a cargo de ese Dios que nos observa a todos. Si no sirvo para ser arcángel, puede que me permitan aspirar al nivel de ángel o duendecillo, que los hay que también tienen tareas para enaltecer su ser.

Lo bonito de andar, tanto literalmente como con un sentido metafórico-romántico de la vida, es descubrir que vuelves a cruces que ya habías pasado y te vas por otro lado sin darte cuenta, casi sin querer, pero queriendo. Igual el sentido de desechar ideas es cogerlas de nuevo para llevarlas a cabo, cuando ya eres capaz o cuando tienes ánimo en ese momento. Puede que no sepa a cuánto está pagado limpiar cristaleras, pero igual algún día, sin darme cuenta, lo descubro (o redescubro).

Imagen: Before the Mage Return by FictionChick
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