{Única e inigualable}
Estoy de viaje.
En el camino de la incoherencia, por la calle bobería, me encontré con una granja. En los mundos de Yuppi hay nubes de algodón, de éstas que nadie sabe a qué huelen y que siempre tienen colores palo como rosa, azul, morado...En mi mundo hay granjas, aunque bien escondidas las muy pinochas, no por mentirosas sino por pajosas.
Me sé muy rockera este fin de semana y con muchas ganas de sacarme el endiablado calor de encima, sin saber cuándo una tiene que coger el abrigo y cuando dejarlo, o si no como estos días tontos en los que cada cinco minutos te colocas el jersey y con las mismas te lo vuelves a quitar, sin acordarte de que ya te lo abías quitado y vuelto a poner unas dos veces antes de tener conciencia de que te lo quieres quitar otra vez.
Para que luego la gente esté siempre preguntándose si vino antes el huevo o la gallina, en vez de preguntarse qué vino antes, querer ponerte una chaqueta o ponértela a sabiendas de que te la querías quitar. Yo me pongo una chaqueta porque me la quiero quitar, y luego me la pongo porque no sé qué hacer con ella.
He pasado poco rato en la cama. Dicen que dormir, dentro de lo que cabe, es malo. Porque gastas muchas energías en dormir y si duermes mucho, te da dolor de cabeza y luego no puedes echarte en el sofá. Asi que, irremediablemente, si duermes mucho luego no puedes dormir hasta mucho despúes, que viene siendo lo mismo que si duermes poco pero puedes volver a dormir en poco tiempo. Al final voy a terminar por odiar dormir, principalmente porque se pierde un tiempo precioso, y yo ya he descubierto que se puede pasar haciendo cosas más (o menos) productivas. Secundariamente porque en esos momentos de vigilia donde no duermes y sólo te queda pensar, maldito es el día en el que tienes problemas o dudas sobre algo, porque a base de pensar no duermes.
Me he concienciado. Porque parecería patética si dejara que un libro me venciese. Así que lo he cogido, me he encarado a él y hemos tenido un par de palabritas. Yo le he prometido venderle unas cuantas horas por un precio módico y exclusivo, ya que las rebajas del tiempo se terminaron el año pasado. A cambio del tiempo el libro me vende un poco de paciencia y comprensión, a ver si me funcionan para asimilarlo mejor. Yo creo que, después de todo, el libro me está ayudando a canalizar mis deseos de asesinar en otra cosa, o persona.
Y finalmente, para no demorarme mucho que tengo una serie de cosas absurdas y estúpidas que hacer, me he desquiciado un poquito. Pero sólo un poquito, sin sustos. Al final alguien que yo me sé iba a tener razón y necesitaba respirar el aire del monte una vez más para aclarar mis ideas con la paja clavada en el trasero. Sin embargo, ¿para qué voy a querer ir al monte cuando me he encontrado una granja?
En el camino de la incoherencia, por la calle bobería, me encontré con una granja. En los mundos de Yuppi hay nubes de algodón, de éstas que nadie sabe a qué huelen y que siempre tienen colores palo como rosa, azul, morado...En mi mundo hay granjas, aunque bien escondidas las muy pinochas, no por mentirosas sino por pajosas.
Me sé muy rockera este fin de semana y con muchas ganas de sacarme el endiablado calor de encima, sin saber cuándo una tiene que coger el abrigo y cuando dejarlo, o si no como estos días tontos en los que cada cinco minutos te colocas el jersey y con las mismas te lo vuelves a quitar, sin acordarte de que ya te lo abías quitado y vuelto a poner unas dos veces antes de tener conciencia de que te lo quieres quitar otra vez.
Para que luego la gente esté siempre preguntándose si vino antes el huevo o la gallina, en vez de preguntarse qué vino antes, querer ponerte una chaqueta o ponértela a sabiendas de que te la querías quitar. Yo me pongo una chaqueta porque me la quiero quitar, y luego me la pongo porque no sé qué hacer con ella.
He pasado poco rato en la cama. Dicen que dormir, dentro de lo que cabe, es malo. Porque gastas muchas energías en dormir y si duermes mucho, te da dolor de cabeza y luego no puedes echarte en el sofá. Asi que, irremediablemente, si duermes mucho luego no puedes dormir hasta mucho despúes, que viene siendo lo mismo que si duermes poco pero puedes volver a dormir en poco tiempo. Al final voy a terminar por odiar dormir, principalmente porque se pierde un tiempo precioso, y yo ya he descubierto que se puede pasar haciendo cosas más (o menos) productivas. Secundariamente porque en esos momentos de vigilia donde no duermes y sólo te queda pensar, maldito es el día en el que tienes problemas o dudas sobre algo, porque a base de pensar no duermes.
Me he concienciado. Porque parecería patética si dejara que un libro me venciese. Así que lo he cogido, me he encarado a él y hemos tenido un par de palabritas. Yo le he prometido venderle unas cuantas horas por un precio módico y exclusivo, ya que las rebajas del tiempo se terminaron el año pasado. A cambio del tiempo el libro me vende un poco de paciencia y comprensión, a ver si me funcionan para asimilarlo mejor. Yo creo que, después de todo, el libro me está ayudando a canalizar mis deseos de asesinar en otra cosa, o persona.
Y finalmente, para no demorarme mucho que tengo una serie de cosas absurdas y estúpidas que hacer, me he desquiciado un poquito. Pero sólo un poquito, sin sustos. Al final alguien que yo me sé iba a tener razón y necesitaba respirar el aire del monte una vez más para aclarar mis ideas con la paja clavada en el trasero. Sin embargo, ¿para qué voy a querer ir al monte cuando me he encontrado una granja?
0 huellitas