{Telephone}
Hello, hello, baby;
You called, I can't hear a thing.
I have got no service
in the club, you see, see…
Hello, hello, baby;
You called, I can't hear a thing.
I have got no service
in the club, you see, see…
Hoy estoy realmente inspirada, no porque vaya a exponer aquĆ una tesis doctoral, sino porque me siento con muchas ganas de escribir, sobre cualquier cosa, y porque espero que a lo largo de las lĆneas no utilice una palabra que, segĆŗn he descubierto recientemente, uso con frecuencia.
Estoy obsesionada con los telĆ©fonos antiguos. Quiero uno *no sĆ© si Brenda leerĆ” esto, por si le doy ideas para mi prĆ³ximo cumpleaƱos*, necesito uno, para hacerme una foto con Ć©l y ser la mujer mĆ”s feliz del mundo. AsĆ de simple, colgarĆ© el anuncio en mi tienda: vendo amor a cambio de felicidad sencilla.
Y luego, meterĆ© ese telĆ©fono en mi rinconcito de cosas particulares, aquellas que sĆ³lo se le ocurren a muy pocas personas pedir: ranas, mĆ”scaras, telĆ©fonos antiguos, espejos con luces, pelotas saltarinas, globos de feria...Cosas inĆŗtiles que, sin embargo, ya tienen hueco en una de las primeras maletas que me lleve para Madrid. Porque yo voy a ir a Madrid, ¿sabĆais? Aunque sea en un viaje de vacaciones.
MaƱana con un poco de suerte empezarĆ© los planos de ese lugar que he soƱado. Nunca un sueƱo me interesĆ³ tanto como para dibujarlo, porque normalmente no sueƱo conmigo misma *o por lo menos no sueƱo cosas que se puedan cumplir en mi vida*. La teorĆa de siempre, cosas normales con personas extraƱas; pero soƱar con mi futuro piso, eso es algo que puede ser posible a no ser que mis aspiraciones sean unos bonitos cartones debajo de un puente de lujo que, si bien puede ser un perfecto lugar ante la posibilidad de no tener ningĆŗn otro sitio, espero tener suerte y vivir en un lugar con cuatro paredes, aunque sea un loquero.
Porque esas preguntas hechas para introducir tema a veces sorprenden, y entre las respuestas de Leo y mis divagaciones hemos encontrado una curiosa teorĆa que explicarĆa muchas cosas. Los psiquiatras son trabajadores, al fin y al cabo, y la mayorĆa de las veces el mejor trabajo es aquel por el que te pagan sin que hagas nada *a no ser que lo hagas por pura vocaciĆ³n*. AsĆ que, hemos pensado, que los psiquiatras tampoco tendrĆ”n ganas de hacer algo en su trabajo, por lo que cogen a los locos mĆ”s cuerdos y los encierran para no tener que hacer mucho por ellos. Y asĆ, los locos mĆ”s locos se quedan fuera, lejos de los loqueros y cerca de las personas, por eso estĆ” el planeta lleno de locos, verdaderos locos.
Y como visto lo visto, yo que me consideraba loca resulta que soy una de las mĆ”s cuerdas de los alrededores, me quedarĆ© encerrada en un loquero en cualquier momento, en cuanto vean que comparada con los demĆ”s locos soy capaz de no dar problemas y asĆ facilitarles un dĆa laborar sin complicaciones. AsĆ que quiero un telĆ©fono antiguo, como el de la fotografĆa, sin preferencia de color, para que, por lo menos, tenga algo de que presumir en el loquero: de ser una chica que se quedĆ³ en el Siglo XVIII.
Estoy obsesionada con los telĆ©fonos antiguos. Quiero uno *no sĆ© si Brenda leerĆ” esto, por si le doy ideas para mi prĆ³ximo cumpleaƱos*, necesito uno, para hacerme una foto con Ć©l y ser la mujer mĆ”s feliz del mundo. AsĆ de simple, colgarĆ© el anuncio en mi tienda: vendo amor a cambio de felicidad sencilla.
Y luego, meterĆ© ese telĆ©fono en mi rinconcito de cosas particulares, aquellas que sĆ³lo se le ocurren a muy pocas personas pedir: ranas, mĆ”scaras, telĆ©fonos antiguos, espejos con luces, pelotas saltarinas, globos de feria...Cosas inĆŗtiles que, sin embargo, ya tienen hueco en una de las primeras maletas que me lleve para Madrid. Porque yo voy a ir a Madrid, ¿sabĆais? Aunque sea en un viaje de vacaciones.
MaƱana con un poco de suerte empezarĆ© los planos de ese lugar que he soƱado. Nunca un sueƱo me interesĆ³ tanto como para dibujarlo, porque normalmente no sueƱo conmigo misma *o por lo menos no sueƱo cosas que se puedan cumplir en mi vida*. La teorĆa de siempre, cosas normales con personas extraƱas; pero soƱar con mi futuro piso, eso es algo que puede ser posible a no ser que mis aspiraciones sean unos bonitos cartones debajo de un puente de lujo que, si bien puede ser un perfecto lugar ante la posibilidad de no tener ningĆŗn otro sitio, espero tener suerte y vivir en un lugar con cuatro paredes, aunque sea un loquero.
Porque esas preguntas hechas para introducir tema a veces sorprenden, y entre las respuestas de Leo y mis divagaciones hemos encontrado una curiosa teorĆa que explicarĆa muchas cosas. Los psiquiatras son trabajadores, al fin y al cabo, y la mayorĆa de las veces el mejor trabajo es aquel por el que te pagan sin que hagas nada *a no ser que lo hagas por pura vocaciĆ³n*. AsĆ que, hemos pensado, que los psiquiatras tampoco tendrĆ”n ganas de hacer algo en su trabajo, por lo que cogen a los locos mĆ”s cuerdos y los encierran para no tener que hacer mucho por ellos. Y asĆ, los locos mĆ”s locos se quedan fuera, lejos de los loqueros y cerca de las personas, por eso estĆ” el planeta lleno de locos, verdaderos locos.
Y como visto lo visto, yo que me consideraba loca resulta que soy una de las mĆ”s cuerdas de los alrededores, me quedarĆ© encerrada en un loquero en cualquier momento, en cuanto vean que comparada con los demĆ”s locos soy capaz de no dar problemas y asĆ facilitarles un dĆa laborar sin complicaciones. AsĆ que quiero un telĆ©fono antiguo, como el de la fotografĆa, sin preferencia de color, para que, por lo menos, tenga algo de que presumir en el loquero: de ser una chica que se quedĆ³ en el Siglo XVIII.
0 huellitas