Todos
tenemos nuestros principios. Eso dicen. Pero como yo no tengo muy claro lo que
es un principio, voy a tirar de RAE (aunque éstos últimamente tampoco tengan
muy claro lo que significan las palabras que componen el mundo): “norma o idea
fundamental que rige el pensamiento o la conducta”. Entiendo por ello,
entonces, que cuando alguien dice que tiene principios viene a decir que sus
pensamientos o su comportamiento está basado en unos ideales, que son algo
irrefutable para esa persona y para nada intercambiable.
Sin
embargo, al igual que bromeaba en su tiempo Groucho Marx, y al igual que todos
nos hemos dado cuenta en algún momento de nuestra existencia, la gente no
entiende lo que es un principio. Actúa de una manera en base a algo, pero si
eso no le sale del todo bien o en alguna circunstancia no le reporta beneficio
ninguno, tiene a bien cambiar ese principio lo más rápido posible.
Es
esto, la mayoría de las veces, lo que consigue las disputas y las peleas de
todos en todas partes. Porque cuando te encuentras con personas sin principios
o con principios revueltos entran en
disputa lo que supones es el pensamiento lógico y lo que ellos entienden como
pensamiento. No puedes discutir con alguien que no entiende tu enfado ante una
situación de altercado. Porque esa persona no respeta los principios de los
demás cuando ni siquiera tiene suyos propios.
Por eso, cuando te encuentres con alguien
que no entiende de principios, o que es tan maleable que se adapta a las
circunstancias sin otro propósito que la conveniencia propia, no merece la pena
discutir. Es fácil decirlo, y más que lo diga yo que me gusta entrar en pelea
más rápido que a un niño pedir caramelos en Halloween; pero la realidad es
esta: los principios para quien pueda con ellos. Y no merece la pena discutir
con alguien que no los maneja, porque merece tan poco la pena discutir con esa
persona como que forme parte de tu vida, a otra cosa mariposa como se suele
decir. Pero he de reconocer que si por el camino eres capaz de arrearle un
guantazo y dejarle sin habla, bienvenido sea. El principio básico de cualquiera
suele ser la satisfacción, ¿no?
Es una pena que tengamos que vivir en un
lugar donde haya gente que no sabe como comportarse ante la vida de una manera
determinada. Es loable ser capaz de afrontar diversas circunstancias de
múltiples maneras, pero eso no nos da derecho a cambiar nuestros principios sin
ton ni son. Porque lo cortés no quita lo valiente y porque se puede tener una
actitud o unos ideales ante la vida y ser variopinto a la hora de actuar.
Así que al final, después de todo, no hay
que explicarle a nadie qué es un principio ni por qué te puede molestar algo.
Está claro que hay gente con principios bastante especiales, pero supongo que
todo se basa en algunos comunes, lo que vendría siendo la ética, que deberíamos
compartir o como poco entender. Si te tocan uno de estos y todavía tienes que
dar explicaciones sal corriendo. No sabes lo que te puede esperar al final del
camino con esa persona. O no salgas corriendo. Igual eres uno de esos que
cambia sus principios y que no le importa comer con iguales. Quien sabe, puede
que incluso intercambien principios entre ustedes.
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