Siempre insisto hasta la saciedad que la gente debe pensarse las cosas pero tampoco volverse loca, porque no serÃa la primera vez que de tanto pensar las personas nos dejamos cosas en el camino que hubieran estado bien llevar a cabo – uno de los argumentos para la acción mensual –. Aunque me he aplicado el cuento y ahora me pienso las cosas sin rozar la paranoia y relajando mi mente, estos últimos dÃas me ha dado por ser más espontánea de lo que acostumbro. Supongo porque a mi alrededor las cosas maravillosas surgidas de una espontaneidad inusitada, o porque simplemente me ha dado el venazo y ya. La cuestión es que de momento la espontaneidad ha conseguido, por raro que parezca, que yo sea un poquito más yo estos dÃas. Y más alegrÃa me da cuando son los demás los que perciben el cambio y lo apoyan con su actitud.
Con esta renovada espontaneidad he recuperado algo de la mezquindad que me caracteriza, y también mi lengua lampiña. He conseguido quedarme a gusto diciéndoles unas cuantas verdades a los niñatos ciegos de este mundo, dejarles enfurruñados y pataleando mientras yo tengo un sueño reparador como no ha habido antes – por cierto, he conseguido dormir gracias a pernoctar hasta altas horas –.
Pero no crean que sólo vale la espontaneidad para poner a caldo a la gente, también para dejarte conocer y querer, que por desgracia es algo que no hacemos con frecuencia, porque guarrear no es lo mismo, eh, chicas. En esta vida nos hartamos a arrepentirnos de todo lo que podemos, y de lo que no también, por eso yo hoy sigo con mi oda a la autenticidad y el abrirse al mundo, la personalidad – que no otra cosa – eh, chicas. Y aunque nadie entienda por qué me ha dado un arrebato de ¿machismo?, no se preocupen, sólo estoy siendo espontánea. Dentro de nada me arranco a bulerÃas y les cuento mi opinión al respecto del tópico “chico conquistador, mujer zorra”. Pero quizás eso para otro dÃa.
Otra de las cosas buenas que tiene la espontaneidad es que hace felices a los demás. SÃ, a todas esas personas – permitan la palabra – porculeras que sólo saben meterse en los asuntos ajenos. De ellas ya he hablado mucho pero me alegra saber que he encontrado un nuevo mejor para su dicha plena. La espontaneidad da lugar a acciones, comentarios o cualquier otra cosa que, por lo general, suele llamar la atención. Y la atención es miel para las cotillas y las garrapatas. Vienen, observan y se escandalizan, cada cual a su manera.
Los hay que cotorrean con un descaro muy espontáneo sobre lo visto, delante de los implicados si la espontaneidad es severa. Luego los hay que observan y asienten, reservando sus impresiones y actuando de testigos silenciosos. Finalmente está mis preferidos, los que contemplan y, se hayan enterado o no, lanzan conclusiones como perdigones con la única finalidad de meter mierda – pero que conste que nunca es la intención de ninguno –. Estas personas molan porque tienen una imaginación asombrosa; aunque hay que reconocer que muchas veces aciertan y entonces son más peligrosos que nunca. Otras no se lo ven venir de ninguna manera y ahà es cuando tú te pones a observarles y reÃrte de ellas. Los placeres de la vida.
Con tu espontaneidad haces espontáneos a los demás e incluso felices. Y no hay nada mejor que eso, sin duda. Porque somos personas maravillosas que sólo queremos lo mejor para el prójimo. ¿Quién no está de acuerdo? Pero todos sabemos que la oda más conocida del universo es “ve a tu bola sin importarte los demás, ni lo que digan, ni lo que piensen”. ¡Qué gran mentira es esa! No dudo que haya gente que lo consiga, pero es algo que habrÃa que mirar con lupa. Hace muy poco reflexioné que “dentro de tus caracterÃsticas, eres lo que los demás quieran”. Esto es lógico porque según se comporten contigo sacas a relucir unos atributos u otros. Algunas personas de forma exagerada y otros más pausados, pero esto se cumple la gran mayorÃa de las veces. Incluso las personas que van a su aire en algún momento lo han sufrido.
Creo que en esto también ayuda la espontaneidad. El hecho de que un dÃa se comporten de X manera y tu respuesta en actitud sea completamente distinta, mejor si es descabellada. A ti te hace respirar un poco, cambiar y hacerte ver que no siempre es lo que los demás decidan; a loso otros descubrir que tienes personalidad y no siempre podrán adivinar por dónde les vas a salir y que jamás se cansarán de ti o, en el caso de que lo hagan, puede llegar a no importarte.
Después de todo esto, nadie dirÃa que sabÃa cómo de importante es la espontaneidad. O sÃ. Puede que haya gente no espontánea que tenga y una vida estupenda, o todo lo contrario. Mi oda de hoy termina con una última alabanza, la del buen espontáneo. Porque nada de malo puede haber en ser natural y actuar como se quiere de repente. Eso sÃ, nunca hay que olvidarse de pensar, que también hace falta para lograr ser espontáneo.